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f. olmos
Jueves, 19 de enero 2017, 10:38
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La historia tiene desconcertado a cualquiera que la escucha. El propio protagonista, Rick Anderson, cuenta que sus amigos cercanos que la han escuchado le han exigido pruebas. Y él se las ha proporcionado, tanto mediante fotografías como, a aquellos que han querido ponerse un traje de buzo, en vivo y en directo. El traje de buzo ha sido imprescindible para poder vivir la impactante historia porque, aparte de Rick, la otra protagonista es una ejemplar de tiburón cornudo de un metro ochenta de longitud.
Tal y como ha narrado el buzo en sus redes sociales y a los distintos medios que le han entrevistado, conoció a la tiburón cuando sólo era una cría de 15 centímetros de largo en Port Jackson, Australia. Se acercó cauteloso y la tiburón se dejó acariciar «como si fuese un perrito». Siete años después de este momento, cada vez que se sumerge en esas aguas, la tiburón le busca. Sus agudizados sentidos son capaces de detectar que Rick está en el agua y acude impulsada a reclamar lo que lleva siete años recibiendo: cariño y caricias.
Según ha contado el buzo: «Se me acerca y me toca suavemente en los brazos o en las piernas, como harían un gato o un perro, para que la coja entre mis brazos y la acaricie». «Todos los buzos que ven esto por primera vez no lo pueden creer y me sacan multitud de fotos» afirma. Y no es para menos, la historia sienta tal precedente que a Rick le han llamado televisiones de todas partes del planeta, siendo lo más comentado del día en el popular matinal 'Good Morning America!'.
Estás son algunas de las impresionantes fotos que ha subido a su cuenta de Facebook:
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