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EL CANDELABRO

Vivamos

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 10 de enero 2017, 01:25

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Vive como si cada día fuera el último». Frases como esta circulan por las redes como expresión de un moderno 'carpe diem' de todo a cien que viene a ser la doctrina de la nueva religión de la autoayuda. «Vive como si cada día fuera el último de tu vida... porque seguro que algún día acertarás», replica con desparpajo el sarcástico Woody Allen, añadiendo una palada de realidad y humor negro a la empalagosa frasecita. Allen lleva toda una vida sacándole punta a la de la guadaña... Cuando el pequeño Boris Grushenko se encuentra con ella en el bosque lo único que quiere saber sobre el más allá es: «¿Hay chicas?».

En países como México los niños devoran calaveras de azúcar y a la parca se le apoda La Catrina y se la engalana con volantes y collares. Pero aunque la muerte se vista de seda muerte se queda. Reírse de ella es relativamente fácil cuando uno cree tener muchos años por delante. Lo difícil es hacerlo cuando sabes que tienes las horas contadas. Y sin embargo hay gente que lo consigue, sin darse la menor importancia, sin ir de gurú ni ponerse a aconsejar a otros sobre cómo tienen que vivir. Uno de esos héroes ha sido Txetxu Ugalde, amigo y periodista bilbaíno que por desgracia acaba de abandonar este mundo dejándolo un poco más feo y más pálido. Él tuvo el cuajo de hacer chistes hasta de la propia enfermedad que lo estaba devorando. Hace falta mucho valor y mucha generosidad hacia los demás para mantener ese admirable talante. No es el único. Hace más de un año, otra periodista y queridísima amiga, Marga Cristóbal, nos dio una lección magistral de cómo despedirse de la vida: serena, erguida, elegante, con una sonrisa y encima dando las gracias a los que la habíamos hecho reír tantas veces... A eso le llamo yo la muerte entendida como una de las Bellas Artes.

No sé si solo los grandes se van así o si es que todos tenemos un héroe agazapado esperando el momento de lucirse. Hasta que nos llegue la ocasión de comprobarlo, por Marga, por Txetxu y por tantos otros, vivamos no como si fuera el último día de nuestra vida. Vivamos de forma que cuando de verdad llegue ese último día todavía nos quede algo de humor para afrontarlo.

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