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Laly Ruiz en el gimnasio que regenta en el barrio de Salamanca de Madrid. Su pasión por el ejercicio le ha llevado a escribir cuatro libros.
«Rajoy está fondón»

«Rajoy está fondón»

La 'Jane Fonda' española es Laly Ruiz, una lorquina que a sus 72 años entrena a las damas de la jet. Forjó los cuerpos de Esperanza Aguirre y Marta Chávarri y quiere poner derecho a Pablo Iglesias

FRANCISCO APAOLAZA

Domingo, 8 de noviembre 2015, 09:38

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Se levanta en el barrio de Salamanca un edificio con un portal como el recibidor de la ONU y en el cuarto piso, una casa y un sofá beige con una mujer sentada encima. Viste chandal gris con iridiscencias de plata, ojos verdes, labios pintados y el pelo perfectamente peinado y mechado en dorados discretos. Se podría decir que están ustedes ante la versión más rigurosa de una señora chic de 72 años de Madrid, pero en realidad están sentados con un híbrido entre Chuck Norris y un académico de la Lengua. Toda esa imagen conservadora y ese tópico de laca son esquivos y equívocos. Laly Ruiz, que está más fuerte que un marinero holandés y que en realidad sigue siendo una antisistema pacifista, puede correr diez kilómetros diarios y agotar una hora entera de ejercicio intenso. La decana de las entrenadoras personales de la Villa y Corte lee a Shakespeare cada día y ha puesto en vereda a 50.000 personas en 35 años de gimnasio. «Y no he lesionado a ninguno». Ahora publica un libro -'La gimnasia sensata' (Editorial Kailas)- para enseñar a mejorar el cuerpo sin morir en el intento.

- ¿Cuál es la gimnasia más agresiva para el cuerpo?

- La electroestimulación es mentira. En EE UU ni se puede hacer publicidad y aquí hay muchísimos sitios donde la practican. Resulta peligrosa. El cuerpo humano no está preparado para recibir descargas eléctricas.

- ¿Con qué ejercicio de los que hace la gente le dan ganas de llorar?

- Tumbarse boca arriba y levantar las piernas rectas es malísimo. Provoca hasta impotencia.

-¿Y una dieta que no se deba hacer?

-Por ejemplo, la paleodieta, que está llegando aquí. Las dietas disociativas, las dietas proteicas como la Dukan, las restrictivas que limitan el alimento... Piensan que puedes perder cuatro kilos en dos semanas, pero estás enfermando. En esto, ser crédulo te puede matar. Yo sé de la paleodieta porque la hice de pequeña. Si hubiera comido mejor, sería más alta.

A Laly le llaman la 'Jane Fonda española' porque tuvo hasta su propio programa en TVE en los 80, pero la etiqueta es la espuma del tópico. En los campos de Lorca (Murcia) hace siete décadas había una niña subida a una higuera. La conocían por ser una recogedora de fruta avezada y comer lo que diera la naturaleza en cada momento: «ahora higos, ahora caracoles, ahora tomates...». En las ramas de ese árbol al que le gustaba subir y que filtraban la luz de una manera mágica, Laly se abrió a otros mundos, otras visiones: «a lo místico, el viento, la claridad, lo oscuro»... Allí, encaramada como una pequeña Greystoke murciana, creció una mujer al margen de las cosas y empezó una vida asombrosa. En una familia conservadora 'comme il faut' de la postguerra «llena de tíos fascistas que siempre detentaban la razón en todas las cosas» casaron mal los sueños de una cría «revoltosa y respondona». Con 23 años en una cafetería leyó un anuncio de Canadian Pacific que buscaba azafatas y se largó a un mundo que no hizo más que ensancharle los ojos. Allí encontró trabajo, conoció mundo, se echó un novio (que ahora acaba de recuperar una vez divorciada de su marido), se hizo antisistema y era una fija en las revueltas contra la guerra de Vietnam. Nadie diría eso de ella hoy, asomada a sus mechas perfectas, pero las apariencias engañan. Trabajó en Canadá, más tarde estudió Lenguas Modernas en La Sorbona del París del 69 y aterrizó en el Londres enloquecido de los 70 con la tensión baja. Los doctores la mandaron a hacer gimnasia y terminó en el gimnasio de Lette Berk, la primera gurú del ejercicio. Esa sería en adelante su vida; el tremendo y atlético salto que dio Laly desde aquella higuera de Lorca.

- ¿Qué le parece el 'crossfit'?

- Es un deporte muy bueno, pero si se está en forma para hacerlo. El mayor problema es que la gente no es realista en sus planteamientos deportivos. No puedes no hacer nada y entrenar como un soldado.

- La operación bikini tiene que empezar... ¿cuándo?

- Depende, pero tiene que empezar ahora, por ejemplo.

Laly casi siempre aterrizó de pie. Se formó en Estados Unidos, que era el reino de los gimnasios, y cuando regresó a Madrid con el que era su marido hace 35 años (tiene dos hijos con él), abrió el suyo en la señorial calle Lagasca. Fue uno de los primeros de la capital. Llegó a tener tres gimnasios. Hoy es propietaria de uno en General Pardiñas, en el barrio de Salamanca. Solo para mujeres. «Se me llenó de famosas. Yo no tenía ni idea de nada. Me decían 'Esta es Marta Chávarri' y yo no sabía quién era». Para hacer un poco de historia, la primera 'it girl' patria se paseaba por la España del pelotazo a golpes de melena rubia y salía de casa de Alberto Cortina en el maletero del coche. «Era una deportista nata. Le cambió el cuerpo y eso se comentó en todo Madrid, así que se me llenó el gimnasio. Yo era la que le había cambiado el cuerpo a Marta Chávarri». Ana Patricia Botín, Isabel Sartorius, Carmen Sevilla, Maribel Verdú, Concha García Campoy, Esperanza Aguirre... han sido sus clientas.

- ¿Cómo era Esperanza en mallas?

- Era una persona muy exigente y poco dada a la amabilidad. En ella, todo era excelencia y exigía a los demás, pero también a ella misma. Me puso las pilas.

- ¿A quién le gustaría entrenar?

- A Pablo Iglesias. Lo ponía derecho en tres meses, garantizado.

- ¿Cómo ve a Rajoy?

- Rajoy está fondón.

- Pues anda como una liebre.

- Le falta elasticidad. Necesita ejercicios de flexibilidad para darle un poco de donaire.

- ¿Y a Aznar? Está fuerte...

- De Aznar no me hable, que me pongo mala. Cada vez que lo veo me acuerdo de aquella guerra asquerosa e injusta de Irak.

De toda aquella formación humana le queda una pasión sobre las demás: leer. «Estudio a Shakespeare entre una y dos horas al día». Tiene en la estantería las obras completas del escritor y cada dos semanas abre la casa para una tertulia que ella dirige y en la que tienen especial fama los platos de cuchara que cocina su hermano. Pese al portalón de la casa y a los tonos pastel de los sofás, Laly Ruiz sigue siendo la pacifista encaramada a la higuera.

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