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C. PATRICIO
Lunes, 5 de octubre 2015, 11:35
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¿Cuántas veces habremos visto películas de ciencia ficción en las que se auguraba un futuro, a veces no muy lejano, en las que los protagonistas tenían que lidiar con una sociedad alienada y sometida a la tecnología? 'Blade Runner', 'Yo Robot', 'Inteligencia Artificial'... Lo último es una serie escandinava que lleva de nombre de 'Real Humans', en la que los robots hacen compañía a los humanos, saben cómo se sienten, reaccionan a sus estímulos, e incluso se llegan a comportar como ellos. Claro, que la sociedad de 'Real Humans' acaba polarizada por el 'uso' y trato vejatorio que terminan recibiendo algunos de estos androides.
Sin ir más lejos, este verano salía a la venta Pepper, o como ya lo han bautizado, 'el primer robot con corazón'. Es un androide capacitado para analizar y reconocer los gestos y los tonos de voz de los humanos, con el fin de responder a sus estímulos y, como dicen sus creadores, «hacer feliz a la gente». Además, dicen que es el más asequible del mercado, solo cuesta unos 1.300 euros.
Pero, tal como comentan desde el portal sobre tecnología Xataka.com, el concepto de felicidad es muy amplio, y desde la multinacional nipona Softbank, quieren asegurarse de que sus robots no sean utilizados por fines sexuales. Es decir, si compran un Pepper deben aceptar las condiciones de uso en las que también se estipula que bajo ningún concepto tendrá relaciones carnales con Pepper o modulará su voz para hacerla más sugerente.
Aunque en esta cláusula de condiciones y usos, Softbank también le hará prometer que no utilizarás a este simpático robot para dañar o matar a nadie, causar el mal, e incluso «enviar correo spam».
Las empresas y laboratorios como este gigante japonés construyen robots con el fin de que nos hagan la vida más fácil e incluso que nos sean de compañía. Esta es una prueba más de que la sociedad avanza al mismo tiempo que la tecnología. Sin embargo, la ficción solo va a unos pasos por delante de nosotros, por ello parece que quieren evitar esos malos usos que podríamos dar a nuestros nuevos 'amigos artificiales'.
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