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El efidicio Shinjuku Rurikoin Byakurengedo, el nuevo cenmenterio vertical de Tokio. A la izquierda, los nichos que albergan a los difuntos. :: R. c.
Cementerio 2.0

Cementerio 2.0

Tokio es la última ciudad en tener un camposanto vertical, la solución más práctica a la falta de suelo urbano para acoger a los difuntos

J. LUIS ÁLVAREZ

Lunes, 31 de agosto 2015, 00:36

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El último grito en cementerios son los llamados 'Escalera al cielo' ('Stairway to Heaven', en inglés), el mismo nombre que el mítico tema de Led Zeppelin. Son camposantos verticales en los que todo es diseño, tecnología y recogimiento. Mientras que en las pirámides y tumbas egipcias a lo sumo había dos inquilinos, en estos modernos mausoleos multipropiedad son miles los difuntos que encuentran allí su última morada.

Uno de los últimos ejemplos de moda es el edificio Shinjuku Rurikoin Byakurengedo, en Tokio. Este cementerio vertical es la solución forzada a la falta de espacio físico en la super urbe nipona, a la que solo le queda ya por expandir su urbanismo hacia el océano Pacífico.

Con una impresionante y sobrecogedora forma de urna de color dorado, sus formas suaves acogen todo un despliegue de tecnología incardinada en la obra del arquitecto Kiyoshu Takeyama. Un sofisticado sistema informático desarrollado por la Toyota Industries controla todo el recinto. Aquí no hay entrada libre como en los cementerios tradicionales. En salas repletas de nichos iluminados con luces led, en un ambiente similar al de un moderno bar de copas, los familiares del finado echan mano de una tarjeta electrónica para abrir el compartimento de su ser querido. Localizar a simple vista el lugar donde se encuentra exactamente el nicho es labor casi imposible, dado que todos son iguales y en su exterior llevan la misma imagen de Buda. Al abrirse, muestra una pequeña lápida, esta más al estilo tradicional, con una fotografía y el nombre del fallecido. Tras la lápida se guarda, eso sí, los restos incinerados. Estos cementerios verticales son ya habituales en megaciudades de Brasil, donde, no es que falte sitio para enterrar a los difuntos, sino que al ser tan grandes, acudir a un sepelio o desplazarse para visitar a los seres queridos supone hacerse sus buenos 40 kilómetros, solo de ida. Lo mismo ocurre también en China, donde estos columbarios en pisos también están en boga.

De unos años a esta parte, la incineración es una de las vías más demandadas en España. Dejando el posible delito ecológico, las cenizas son vertidas en la playa preferida del finado, en los alrededores de su pueblo, en el paraje que tanto le gustaba o bajo el césped del estadio de su equipo, muchísimo más barato que adquirir un columbario. Ante la carestía del suelo, estos cementerios 2.0 pueden ser la salida más airosa al problema de qué hacer con los fallecidos.

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