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Pamela Anderson no se reconocía con tanto bótox.
Pamela Anderson huye del bótox

Pamela Anderson huye del bótox

La ex vigilante de la playa no volverá a inyectárselo. «La última vez que lo hice no me reconocí a mí misma», confiesa

ARANTZA FURUNDARENA

Viernes, 28 de agosto 2015, 01:18

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Si el bótox en Hollywood es casi una religión, Pamela Anderson acaba de hacerse apóstata. La última vez que se lo inyectó en la cara descubrió que no se reconocía a sí misma. Y se asustó tanto que ha decidido no volver a utilizarlo. Ahora el bótox para ella es el anticristo: ¡Vade retro toxina botulínica! «Sentí que mis ojos se habían hundido tanto en mi cabeza que ya no me parecía a mí», ha relatado. En realidad, casi todas las personas que abusan del bótox y tratamientos parecidos acaban siendo irreconocibles. Pero prefieren parecerse a otros que a ellos mismos con arrugas.

Recientemente nombrada falsa condesa de Gigli por el falso príncipe de Montenegro en una ceremonia surrealista, Pamela, que cumplió 48 años en junio, dice haber llegado a la firme convicción de que está estupenda «y cada día más joven». La actriz, además, tiene un estimulante proyecto entre manos: la promoción de su nuevo libro. Se titula 'Raw' (Crudo), pero quien espere encontrar en él un catálogo de comida vegana o un manual para frugívoros lo tiene realmente crudo... Porque la nueva publicación de la ex vigilante de la playa no va de comida sana sino de malsano amor y sexo. Son fotografías y textos autobiográficos sobre los «días salvajes» que dice haber vivido cuando posaba como modelo de adultos y «hacía tonterías» (ella lo denomina así) en los hoteles. «A veces, cuando estoy inspirada hasta escribo poesía», confiesa. Pero luego matiza: «Bueno, por llamarlo de algún modo». Tratándose de quien se trata, miedo da pensar si no se referirá a versos picantes con rima asonante en algo acabado en 'olla' o algo terminado en 'ones'...

Y es que Barbara Rose Kopetski, el nombre real de esta exuberante actriz canadiense, ha convertido su 'sex appeal' en una seña de identidad. Al menos de puertas afuera. Porque de puertas adentro se ha comportado como una madre de las de antes. Sus hijos, Brandon (de 19) y Dylan (de 17), tardaron años en enterarse de que su mami era un icono erótico, según ha desvelado ella misma a la revista 'People'. Tuvieron que ir a un campamento, que incluía actividades de surf, para caer en la cuenta de que las historias que allí contaban sus compañeros sobre la mítica Pamela Anderson se referían a su madre. «¿Mamá, eres tú Pamela Anderson?», le preguntaron un día (demostrando que un hijo no se fija en las mismas partes de la anatomía de su madre que los demás). Y ella tuvo que responderles: «Pues sí».

«Sabían que su padre (el inefable Tommy Lee) era una estrella del rock, pero pensaban que la única actividad de su madre era rescatar animales», ha explicado Pamela. En su descarga hay que decir que no mentía del todo ya que aunque su trabajo como actriz iba dirigido a humanos, eran humanos que al verla se ponían bastante burros... Incluso la portada de su nuevo libro la encabeza una frase del fotógrafo de moda Raphael Mazzuco en la que afirma: «Estas chicas son animales...». Además, como activista de Peta, Anderson ha cometido auténticas animaladas y algunas de sus acciones le supusieron el veto en su propio país.

Pero todo eso es pasado. Liberada desde hace años de otro ser irracional, el alcohólico Tommy Lee, al que denunció por malos tratos, y desengañada del bótox (de la silicona no, según parece), Pamela ya solo piensa en cultivar su belleza interior. Al fin y al cabo, ella siempre ha sido una mujer genéticamente dotada para salir a flote (como socorrista y como persona). Y no está dispuesta a que unas cuantas arrugas la depriman o arrinconen.

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