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Clooney y su mujer, Amal Alamuddin, 'apadrinaron' una marca de tequila en Ibiza.
Clooney y sus mariachis, de ronda en Ibiza

Clooney y sus mariachis, de ronda en Ibiza

junto a su mujer y a Cindy Crawford y su marido

ARANTZA FURUNDARENA

Martes, 1 de septiembre 2015, 12:14

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Dinero, tequila y amor: No hay otra cosa mejor», dicen en Jalisco. Y George Clooney se lo ha tomado al pie de la letra. El actor está forrado, recién casado... Así que solo le quedaba darse al tequila. Y es exactamente lo que ha hecho este pasado fin de semana en Ibiza. En la isla no se habla de otra cosa. Seis cócteles seis preparó George para convencer a los lugareños de que 'Casamigos', su nueva marca de licor de agave 'blue weber', merece un lugar de honor en la barra de cualquier garito de lujo, a unos 40 euros la botella. Es de suponer que al tercer cóctel más de uno opinaría que, en efecto, 'Casamigos' es «un grandííííísimo tequila». Al quinto, que «George 'Gluny' y su 'tegila' son de 'buda' madre». Y al sexto, si es que hubo alguien que llegó al sexto... «¡Ajuuúaaa. Viva Pancho Villa!» o ya directamente: «¡Dónde están mis pistolones!».

No estaba solo el actor, que andaba con sus mariachis. Llegó a la isla el sábado por la tarde en vuelo privado, procedente del Lago de Como (de cómo se lo montan algunos). Le acompañaban su radiográfica esposa, Amal Alamuddin, su socio, Rande Gerber, y la mujer de su socio (y de sus sueños, según ha confesado él mismo), Cindy Crawford, ex top model universal y principal aspirante a protagonizar la película 'La que tuvo, retuvo'. A punto de cumplir medio siglo, Cindy está espléndida. Y además de verdad, porque no ha caído en el típico error de estirarse demasiado ni confundir el rejuvenecimiento con la escualidez o que por cada kilo perdido (como creen algunas de sus colegas) te quitas un año de encima. Al vistoso cuarteto lo acompañaba también el promotor inmobiliario Michael Meldman y lo escoltaba algún que otro forzudo. Alguien tiene que llevar el guitarrón...

La troupe se alojó en una mansión privada de doce habitaciones (no han precisado el número de cuartos de baño) situada en la localidad ibicenca de San José. En su primera noche en la isla cenaron al borde del mar los guisos mediterráneos del restaurante Mas Torrent. Clooney, según cuentan, demostró allí que el solista de su ruidoso y alegre mariachi es él. La exclusiva 'fiesta degustación' del domingo, solo para 150 elegidos, se celebró en el Ushuaïa Tower, el último delirio urbanístico del heredero Matutes, un hotel con la suite más grande de Ibiza (200 metros cuadrados), donde cuentan que junto al menú de almohadas te incluyen un kit sexual con preservativos, lubricantes, un pequeño vibrador y una bombona de oxígeno...

Clooney, que hizo esperar a la prensa una hora y solo posó en la entrada (no se permitieron fotos de la cata de tequila), se presentó en vaqueros y camisa blanca. Su socio Gerber, en vaqueros y polo negro. Y sus respectivas señoras, con ajustados vestidos y altísimos tacones, por culpa de esa tiranía sagazmente denunciada por Mariló Montero según la cual «mientras ellos van cómodos, las mujeres nos vemos obligadas a caminar sobre dos palitos». Amal, que esa noche no ejercía como abogada de los derechos humanos (si acaso, de los divinos), lucía un minivestido dorado tal vez ideado para eclipsar a la Crawford, el antiguo amor platónico de su chico, que iba de negro. Salvo alguna despistada que pretendía que George Clooney le hiciera un café, la fiesta transcurrió sin sobresaltos. Cuentan el actor y su socio que su tequila lo han conseguido después de muchas catas ciegas (más ciegas que catas) por Jalisco. Una vez cumplido su apostolado en Ibiza, Clooney voló el lunes de vuelta a su mansión de Como... (pero, sobre todo, bebo).

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