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Rafa golpea una pelota ante la atenta mirada de su tío, durante un entrenamiento en Wimbledon.
Lazos de sangre

Lazos de sangre

«¡Consigue un maldito nuevo entrenador!», recomendó McEnroe a Rafa Nadal nada más ser derrotado en Wimbledon por un desconocido rasta. Pero la familia es «lo primero» para el tenista y los que le conocen dicen que antes de cortar con su tío Toni «se cortaría un brazo»

Daniel Vidal

Lunes, 20 de julio 2015, 13:09

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El tío Toni nunca lo ha negado. «Rafael es mi sobrino, pero en realidad somos como padre e hijo. Como marido y mujer». Un matrimonio en toda regla. Una relación más allá del tenis que supera el cuarto de siglo. Desde aquel no tal lejano día de 1990, cuando el pequeño Rafael, con 4 años, se puso a pelotear con su tío y Toni decidió convertirle en el mejor deportista español de la historia. Esa es la parte bonita de la pareja, la que sale en el reportaje de boda. La otra, la más borrascosa, es la que no suele comentarse en las reuniones con los amigos, la que hace replantearse las cosas, la de las fotos con caras largas.

No es ningún secreto que el tenista y su entrenador han atravesado algún momento crítico en todos estos años. Uno de ellos se relata en la biografía 'Rafa, mi historia' (Indicios), escrita por John Carlin, una de las personas que mejor lo conoce. «Una disputa con Toni hizo estallar las tensiones acumuladas entre nosotros», confiesa el jugador. Fue en el US Open de 2010, con motivo del partido en segunda ronda contra el uzbeko Denis Istomin. Rafa ganó y aún así recibió una gran bronca de su tío en el vestuario. Le afeó que no hubiera jugado «con buena cara», que su «actitud había sido pobre». Su sobrino le contestó que no entendía por qué reaccionaba de esa manera si había competido como él mismo le había indicado. Y añadió: «Y no sé por qué sientes la necesidad de reprochármelo cuando la mayoría de la gente alaba mi actitud en la pista». Toni se calentó: «Vale, te digo lo que pienso y no te gusta. Me voy a mi casa. Ya puedes buscarte a otro. Si las cosas van a ser así a partir de ahora, no veo ninguna satisfacción en seguir siendo tu entrenador». Abandonó el vestuario dando un portazo. Aunque también es verdad que en una conversación que mantuvo con este periódico hace un par de meses, precisó: «Nunca en la vida nos hemos planteado romper». Broncas así las tienen hasta los matrimonios más felices.

«Soy el más barato»

¿Qué se plantearán ahora, después del último fiasco del supercampeón? El enésimo fracaso en este 'annus horribilis', en el que ha caído hasta el décimo puesto del ránking ATP después de superar una lesión en enero, tuvo lugar sobre la hierba de Wimbledon ante el rasta alemán Dustin Brown, un desconocido admirador de Bob Marley que participaba en el torneo londinense por primera vez. Así que las críticas que arrecian desde hace años contra Toni, al que algunos expertos acusan de no aportar «nada nuevo» al juego de Rafa, volvieron con fuerza. El entrenador estadounidense Brad Gilbert, que en su día predijo el regreso triunfal de Nadal, criticó el planteamiento táctico ante un rival que ya le había hecho morder la hierba de Halle (Sajonia). «Yo habría adoptado una estrategia diferente», insinuó. Pero el más vehemente fue el extenista y ahora comentarista John McEnroe, tan conocido por su genialidad con la raqueta como por sus trifulcas en la cancha. Justo después de que el mallorquín se retirara cabizbajo, no pudo contenerse en los micrófonos de la BBC y le recomendó: «¡Consigue un maldito nuevo entrenador!». Textualmente. A raíz de estas polémicas palabras, el propio Carlin reflexiona en uno de sus últimos artículos: «Si Rafa Nadal fuera el Real Madrid despediría a su entrenador. Cualquier club de fútbol de primer nivel lo haría». Hasta el propio Toni reconoció en una conferencia, en 2012, que ya le habría firmado el finiquito si no fuera su tío: «No soy un entrenador de élite, soy un entrenador normal que entrena a un deportista de élite». Aunque luego bromeaba sobre las razones por las que Rafael (como le llama siempre) ha seguido confiando en él de forma incondicional todos estos años: «Evidentemente, porque soy el más barato del circuito». Cierto. No cobra ni un duro. Hoy, preguntado por las palabras de McEnroe, contesta tranquilo al otro lado del teléfono: «Ni la he leído, ni las he escuchado, ni me interesan. Si alguien quiere hablar sin conocimiento de causa, sin prudencia, me parece perfecto. ¿Cambiar de entrenador? Esto es un tema de Rafael».

Otros grandes de la raqueta volvieron a rendir al máximo nivel después de cambiar de cromos en el equipo. Djokovic, Murray, Federer... Para el tenista español, sin embargo, no es tan sencillo. «Igual que Rafa Nadal no sabe si haber reemplazado a Carlo Ancelotti por Rafa Benítez devolverá la gloria al Real Madrid, tampoco sabe si sustituir a su tío es lo que necesita para exprimir lo mejor de sí en estos años», escribe Carlin. Fernando Verdasco descarta que el mal momento tenga que ver con su 'director de orquesta'. «No creo que el problema resida ahí, pienso que es más de él, de su confianza. Las cosas no le están saliendo como a él le gustaría». Y otro ilustre de la raqueta patria, Àlex Corretja, que le dirigió en Copa Davis, añade a este periódico: «Puede deberse a un desgaste provocado por los muchos años que lleva jugando al máximo nivel, con la máxima exigencia» y a un problema «de ritmo, ya que ha jugado muchos menos partidos que otros años, y eso se nota». Pero no se moja tanto como McEnroe. «Rafa ha triunfado con Toni, es un pilar muy fuerte para él, ha funcionado muy bien. Ahora, si lo que necesita es un cambio de entrenador, es algo que tienen que valorar ellos. Si me pregunta él, le diré una cosa o la otra, pero no se lo voy a contar a los periodistas». Y precisa: «Los Nadal han sido siempre un ejemplo de educación, de respeto y de humildad».

«Corleones sin pistolas»

Además de las lógicas dudas sobre la conveniencia deportiva de una decisión así, hay otro factor que influye todavía más en Rafa: la familia. Para el tenista, está por encima de todo. «La lealtad incondicional -cuenta Carlin- es lo que caracteriza a los Nadal, una versión pacífica mallorquina de la familia siciliana, un clan Corleone sin pistolas». De hecho, uno de los bajones más importantes llegó con el divorcio de sus padres. El clan Nadal jamás había tenido fisuras. Su padre, Sebastián, se ocupa de los asuntos económicos de su hijo y es el único que sabe cuánto dinero tiene 'Rafalet' en esa cuenta con tantos ceros. Aún así, cuando la familia sale a comer por Mallorca, Sebastián paga la cuenta de su bolsillo, como manda la tradición. Por supuesto, presidiendo esa mesa siempre está el abuelo Rafael, exdirector de la orquesta del pueblo, que sigue acumulando recortes de prensa de su nieto.

Los tiene repartidos por el 'palau', como se conoce a la casa familiar, en una plaza del centro de Manacor donde sigue viviendo el tenista. «¿Dónde mejor que aquí?», desafía su madre, Anna Maria Parera. No sabemos si esta situación le importa a Xisca Perelló. Al menos, no lo sabremos por ella.

La novia de Rafa ha aprendido muy pronto que la discreción es una de las claves de la unidad del clan y nunca dice ni mu. La familia ha sido fundamental para que Nadal se haya levantado cada vez que se ha caído. Y siempre con Toni en la grada. «Antes se corta un brazo que cortar con Toni», cuenta Carlin.

Igor del Busto, presidente de la Federación Vasca de Tenis y muy cercano a los Nadal, discrepa de la influencia de la sangre. «Rafa tiene la cabeza muy bien amueblada y sabe perfectamente el papel que desempeña Toni, que no es ningún enchufado. El tema familiar no influye en la toma de decisiones. Rafa es el jefe y si él quiere Toni seguirá». Más o menos, lo mismo que piensa el entrenador cuestionado, que repite machaconamente por teléfono que esto «es un tema» de su sobrino. Quizás por eso, Carlin se pregunta si no ha llegado el momento de que el tío Toni, «en un acto de amor, se plantee despedirse a sí mismo».

En el equipo técnico aparecen muchos más nombres que el de Toni. A la gira americana ya no suele desplazarse: va Francis Roig, extenista y 'segundo entrenador de a bordo'. Otras piezas clave son Carlos Costa (mánager), el preparador físico Joan Forcadas, el fisioterapeuta Rafa Maymo y el médico personal de Rafa, Ángel Ruiz Cotorro.

Lo dijo el propio Toni Nadal en una ocasión: «Hay veces que un cambio de entrenador da otra visión de las cosas». Y de ello pueden hablar sobradamente ases de la raqueta como Roger Federer, Novak Djokovic o el español David Ferrer, que hace poco más de un año sustituyó a su entrenador de siempre, Javier Piles, fichó a Javier Altur y después volvió a confiar en otra persona, Francisco Fogués. Andy Murray, actual número tres del mundo, es otro de los que ha cambiado de cromos con frecuencia. Después de trabajar con Corretja, y tras dos años de relación con Ivan Lendl, ha confiado ahora en la exjugadora francesa Amelie Mauresmo. En este sentido, Rafa es una 'rara avis'.

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