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El sexo de los billetes

El sexo de los billetes

En el Reino Unido triunfó una iniciativa similar, pero aún siguen lejos de la 'paridad monetaria' de Australia y Suecia

CARLOS BENITO

Lunes, 25 de mayo 2015, 14:30

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Si tuviésemos en la mano un ejemplar de cada billete de curso legal de Estados Unidos (incluido ese tan raro de dos dólares, de cuya existencia llegan a dudar algunos ciudadanos), nos habríamos juntado con un interesante piquillo de 188 dólares y, de paso, podríamos hacer una rápida comprobación: las efigies que nos contemplan desde el papel moneda son todas de señores. Cabría añadir, además, que se trata de señores blancos. La iniciativa puesta en marcha por la organización Women On 20s aspiraba a corregir solo la primera disfunción, presionando a las autoridades para que un rostro de mujer sustituya al presidente esclavista Andrew Jackson en los billetes de veinte, pero, en una afortunada carambola, podría acabar también con la parcialidad étnica del sistema: tras un sondeo a través de internet, en el que se han recogido más de 600.000 votos, la candidata elegida es Harriet Tubman, una mujer negra que nació esclava, logró escapar, ayudó a rescatar de esa penosa situación a decenas de personas y se convirtió en una de las principales líderes abolicionistas.

A partir de ahora, una campaña a través de las redes sociales tratará de empujar al Gobierno a aceptar la propuesta. Obama ya se refirió a este asunto, después de recibir una carta en la que Sofia, una niña de Massachusetts, le manifestaba su preocupación por el machismo monetario. «Me incluía una larga lista de mujeres que podían ir en nuestros billetes de dólar y en nuestros cuartos de dólar, y pensé que era una idea buenísima», comentó el presidente en un discurso. En toda la historia de Estados Unidos, ninguna mujer real ha aparecido retratada en un billete, si exceptuamos a la esposa de George Washington a finales del siglo XIX. Las responsables de Women On 20s argumentan que los dólares son «como monumentos de bolsillo que honran a grandes figuras de la historia», de modo que esa ausencia delata una manera viciada de ver el pasado.

Harriet Tubman -que se ha impuesto por siete mil votos a la segunda clasificada, Eleanor Roosevelt- no es precisamente nueva en esto de los reconocimientos. A su muerte, en 1913, fue enterrada con ciertos honores militares, porque en la Guerra Civil había ayudado como espía y como guía a las fuerzas de la Unión. Y, ya que estaba, también ejerció de enfermera con los soldados heridos en combate. Ha aparecido en un sello de correos y ha prestado su nombre a docenas de escuelas, a uno de los buques Liberty de la Segunda Guerra Mundial e incluso a un asteroide. También le dedicaron un 'doodle' de Google, esos dibujitos con los que el buscador conmemora las efemérides. Con Harriet Tubman, ocurre que su figura se va agigantando con el paso del tiempo, justo al revés de lo que ha pasado con el presidente Jackson: además de poseer esclavos, algo habitual entre los terratenientes de su época, firmó en 1830 la ley que envió a miles de nativos americanos a un éxodo forzoso, el llamado Sendero de Lágrimas, en el que muchos murieron.

La exigencia de que el papel moneda muestre rostros femeninos no se limita a Estados Unidos. Ahora mismo, Canadá es escenario de una campaña similar: allí, los billetes de cincuenta dólares lucían hasta 2011 la imagen de la sufragista y política Thérèse Casgrain, pero las emisiones posteriores la han reemplazado por un rompehielos.

Todas estas reivindicaciones toman como ejemplo al Reino Unido, donde los responsables del Banco de Inglaterra no solo aceptaron hace un par de años la petición que se les planteaba, sino que se comprometieron a revisar sus criterios a la hora de seleccionar figuras históricas. El Reino Unido sirve como inspiración a corto plazo, a modo de primer paso para enderezar lo desviado, pero el modelo definitivo habría que buscarlo en países como Suecia o Australia, donde el sistema monetario está repartido equitativamente entre ambos sexos.

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