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Antonio Albacete en el puesto de mando de su Man.
La doma de                         un coloso

La doma de un coloso

Antonio Albacete intentará en Le Mans sumar su cuarto campeonato europeo de camiones al volante de un 'bólido' de 1.200 caballos y 5.500 kilos

BORJA OLAIZOLA

Lunes, 20 de octubre 2014, 13:36

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Un camión no parece el vehículo más adecuado para meterse en un circuito. Sus colosales dimensiones hacen que cualquier pista se vuelva estrecha -al fin y al cabo están concebidas para el tamaño de un coche- y dificultan sobremanera la conducción. No es lo mismo apurar una frenada en un liviano monoplaza que no llega a los 700 kilos que hacerlo a los mandos de un titán de 5.500 kilos. Por no hablar ya del forcejeo con el volante para mantener la trazada en cada curva en lucha permanente contra las enormes inercias que arrastra. «Son los vehículos más difíciles que he pilotado en mi vida», admite Antonio Albacete (Madrid, 1965), campeón de Europa de Camiones en 2005, 2006 y 2010.

Albacete, que intentará este fin de semana sumar su cuarto título en el circuito de Le Mans, la última prueba del campeonato europeo, es un veterano piloto que ha pasado por todos los escalones del mundo del motor. Ha corrido en karts, en monoplazas, en fórmulas de promoción, en turismos... Aterrizó en los camiones cuando vio que se le cerraban las puertas para seguir compitiendo en coches con garantías de éxito. «Tuve la suerte de que Cepsa estaba buscando un piloto para camiones, hicimos unos ensayos, les parecí el mejor candidato y emprendimos un proyecto conjunto que dura ya desde 1997».

Aunque no oculta que su aspiración hubiese sido llegar a la Fórmula 1, Albacete está más que satisfecho con su actual ocupación. Aficionado a la mecánica, invierte parte de su tiempo libre en la restauración de los Mini clásicos, una pasión que heredó su padre. Su trabajo le obliga a mantener una buena forma y se machaca a diario en el gimnasio para soportar el derroche físico que comporta controlar un camión en circuito, embestidas de los rivales incluidas. «Un camión nunca quiere hacer lo que tú quieres que haga porque arrastra unas inercias brutales, es la antítesis de un monoplaza. Es terriblemente subvirador (tiende a deslizar el tren delantero) y es el piloto el que, a base de anticipación, consigue llevarlo por la trazada más o menos correcta».

Las carreras resultan espectaculares y el público lo agradece. La cita del Jarama, todo un clásico del campeonato europeo, suele congregar hasta 30.000 espectadores. El circuito madrileño ha sido siempre un talismán para Albacete, ya que allí consiguió su primer título en 2005. «Es un trazado de los de antes, muy técnico, y además con el público muy cerca de la pista, lo que te permite escuchar los gritos de aliento. Es muy gratificante correr en casa».

Paradójicamente, el trazado madrileño no ha sido esta temporada su aliado. Albacete llegó el pasado fin de semana al Jarama a la cabeza del campeonato con una ventaja de seis puntos pero las cosas no le fueron del todo bien y perdió el liderazgo. En vísperas de la última prueba, la de Le Mans, va segundo a seis puntos del líder, el húngaro Norbert Kiss. La carrera en el trazado francés promete emociones fuertes, ya que el madrileño tendrá que arriesgar si quiere mantener sus opciones al título.

Como otros muchos pilotos, tiene sus pequeñas manías. Siempre sube al camión con el pie derecho y siempre se ajusta también primero el guante de la mano derecha. Está casado y es padre de dos hijos. Su gran ídolo es Ayrton Senna, a quien tuvo la oportunidad de conocer la temporada que se fue a vivir a Inglaterra. «A los 18 años me fui allí porque vi que era donde de verdad tenías posibilidades de formarte como piloto. Convivía con otros dos compañeros y Ayrton Senna pasó por nuestro piso varias veces, la primera justo el día que se subió por primera vez a un Fórmula 3. Su muerte fue una verdadera lástima, era un personaje especial».

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