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Los futbolistas del Barça, desolados tras uno de los tantos de la Roma.

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Los futbolistas del Barça, desolados tras uno de los tantos de la Roma. Andreas Solaro (Afp)
Cuartos | Vuelta

Ridículo máximo del Barça

La Roma barrió al cuadro azulgrana, que no estuvo a la altura del choque y vuelve a caer en cuartos, tras el 4-1 del Camp Nou

JESÚS BALLESTEROS

Martes, 10 de abril 2018

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Un equipo que la pasada temporada remontó un 4-0 al PSG en la vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones es el menos indicado para creer que con el 4-1 de la ida en el Camp Nou en estos cuartos de final puede tomarse las cosas con tranquilidad en Roma. La tentación del Barça de relajarse es tan grande como el peligro de dar vida a un equipo italiano que ya la pasada semana aprovechó cinco minutos de despistes azulgranas para crear cuatro ocasiones claras. Sólo Dzeko aprovechó la suya, pero aquella secuencia, con dos paradas de Ter Stegen a disparos de Defrel y Perotti y un desvío de Piqué tras tiró de Strootman, debe servir de aviso al equipo de Ernesto Valverde.

Un 4-1 en la ida siempre le ha valido al conjunto azulgrana para pasar ronda y en esta ocasión sería imperdonable no aprovechar la oportunidad de volver a unas semifinales tras dos eliminaciones en cuartos de final ante Atlético (2015-16) y Juventus (2016-17). Eusebio di Francesco, sin embargo, es un técnico atrevido, que plantea una presión alta muy organizada y que juega con un 4-3-3. Propondrá un partido abierto para que pasen cosas y el equipo de Valverde deberá valorar si cae en la trampa del correcalles o si prefiere intentar dormir el juego. En el primer caso, el Barça tendrá que ser efectivo para materializar las ocasiones que sin duda tendrá porque la Roma también dispondrá de las suyas. En el segundo, no deberá confundir dormir el partido con dormirse.

Leo Messi, con menos molestias en los isquiotibiales que en la ida, es un aval en cualquier escenario táctico y Luis Suárez se arrancó, culminando el 4-1 del Camp Nou, la espina de un año sin marcar en Liga de Campeones. Lejos del estadio azulgrana, por cierto, no ve portería desde la fase de grupos de la temporada 2015-16, precisamente en Roma (1-1) el día del gol de Florenzi a Ter Stegen desde el centro del campo y de la durísima entrada de Nainggolan a Rafinha que le mantuvo un año de baja por una grave lesión de rodilla. Desde entonces, septiembre de 2015, el uruguayo lleva doce partidos europeos sin anotar lejos del Camp Nou.

Coutinho, que ya jugó en esta Liga de Campeones con el Liverpool, y el lesionado Digne son las dos bajas de un Barça que recupera a Sergio Busquets, aunque jugará otra vez infiltrado por el dolor en un dedo del pie lesionado en la vuelta de octavos ante el Chelsea. Se intuye un 4-4-2, sin Dembélé. La duda es quién será el acompañante de Busquets, Rakitic e Iniesta en la media. En la ida Sergi Roberto adelantó su posición para tapar la banda izquierda de la Roma, con Kolarov muy ofensivo, y Semedo jugó de lateral. Pero un par de entradas temerarias del inexperto portugués, que pudieron costar un penalti, aconsejarían su suplencia. No lo era, pero a domicilio el teatro de Dzeko sí puede tener el reconocimiento arbitral. En ese caso, con Sergi Roberto de '2', André Gomes y Paulinho se disputarían esa plaza en la medular.

En la Roma, que perdió 0-2 en la Serie A ante la Fiorentina con muchas rotaciones, podrá jugar la revelación de la temporada, el turco Cengiz Ünder, extremo zurdo muy joven que entra por la derecha a pierna cambiada. Fue baja en la ida por lesión. También volverá Nainggolan a la media tras superar sus molestias musculares. El belga es clave por su agresividad en la media y su llegada a la portería rival. La duda es el ex sevillista Perotti, uno de los mejores en el Camp Nou entrando por la izquierda con la pierna derecha. El Shaarawy o Defrel le sustituiría.

El Barça está fuera de la Champions. La máxima competición continental tendrá que esperar otra temporada más, porque el equipo azulgrana culminó el peor partido posible en el Olímpico de Roma y confirmó un ridículo mayúsculo al caer goleado, 3-0, ante la Roma tras el 4-1 de la ida. No busquen excusas, no las hay. El cuadro italiano barrió por completo al equipo de Ernesto Valverde que, como sus jugadores, demostró no estar a la altura del choque.

Superado el técnico azulgrana por completo, miedoso a la hora de hacer el once inicial y los cambios durante el partido, esperó a ir 3-0 en el marcador para sacar todo lo que tenía en el banco. Quizás espejo o reflejo de lo que estaba sucediendo en el campo, donde apenas se salva Ter Stegen. Todo llegó tarde o no llegó. Porque del Barcelona de hace unas semanas no se supo nada en la cita continental.

Irreconocible, superado por la presión de la Roma, el Barça sufrió lo indecible en un partido al que no salió con la tensión competitiva del rival. También era algo previsible teniendo en cuenta el 4-1 de la ida. Pero tras el gol de Dzeko a los seis minutos de partido, llegaron nuevas y claras ocasiones de marcar para los italianos que no daban respiro alguno al equipo de Valverde.

Roma

Alisson, Florenzi, Manolas, Fazio, Juan Jesús, Kolarov, Nainggolan (El Shaarawy, min. 77), De Rossi, Strootman, Dzeko y Schick (Cengiz Ünder, min. 73).

3

-

0

Barcelona

Ter Stegen, Semedo (Dembélé, min. 85), Piqué, Umtiti, Jordi Alba, Sergi Roberto, Busquets (Paco Alcácer, min. 85), Rakitic, Iniesta (André Gomes, min. 81), Messi y Luis Suárez.

  • ÁRBITRO: Clement Turpin (Francia). Amonestó a Fazio, Juan Jesús, Piqué, Messi, Luis Suárez.

  • GOLES: 1-0: min. 6, Dzeko. 2-0: min. 58, De Rossi. 3-0: min. 82, Manolas.

  • INCIDENCIAS: Partido de vuelta de cuartos de final de la Liga de Campeones, disputado en el Estadio Olímpico de Roma. 70.000 espectadores

Los errores eran continuos en el Barça a la hora de sacar el balón. La presión era tal que el cuadro azulgrana se veía incapaz de hilvanar unos cuantos pases seguidos. Ni rastro del Barça jugón. Hay que echar la vista muy atrás en el tiempo para recordar un partido tan flojo.

Con el paso de los minutos, la Roma fue creyendo que la machada era más que posible. De hecho el 1-0 se antojaba corto al descanso visto lo visto. Mostró una actitud encomiable desde el pitido inicial y Dzeko se bastaba solo arriba para poner en jaque a todo el entramado defensivo culé. Tras un soberbio gol, tuvo el doblete en su cabeza, pero la puntería primero y Ter Stegen más tarde evitarían que el choque se pusiera cuesta arriba para el Barça.

Ver a Luis Suárez y a Messi a casi 50 metros de la portería de Alisson era sintomático. Abusando de los balones en largo, el peligro del Barça no existía. Necesitaba Valverde un cambio radical para evitar que el segundo asalto ante el cuadro italiano se convirtiese en un auténtico drama.

Pero los cambios llegaron tarde. El sufrimiento se convirtió en drama nada más iniciarse el segundo tiempo. Porque la Roma no bajó el pistón, porque el Barça era una caricatura sobre el verde y porque Dzeko se bastaba solo para tumbar a los defensas rivales. Ni Umtiti, quien jugó el peor partido que se le recuerda, ni Piqué, que le hizo un penalti clarísimo, pudieron pararle. El atacante bosnio le sacó la pena máxima al zaguero catalán para que el capitán de la Roma, De Rossi, pusiera el Olímpico patas arriba.

La grada romanista estallaba sabiendo que la clasificación estaba a un único gol. El equipo de Di Francesco había logrado lo más difícil, desconectar al Barça y colocarlo contra la espada y la pared.

Pero lo peor estaba por llegar La Roma estaba dispuesta a todo y confirmó, a pocos minutos del final, que el ridículo culé estaba marcado en rojo romanista. Ter Stegen retrasó el fracaso con una soberbia parada a El Shaarawy, pero el alemán nada podría hacer en el remate de cabeza de Manolas. Era el tercero, la puntilla para un Barça que tendrá muy difícil recuperarse de este mazazo por mucha Liga que tenga ganada.

La desesperación quedó reflejada en los rostros de un equipo que soñaba con un triplete que se fue por el sumidero. Iniesta penaba desde el banquillo el bochorno y Messi, con Piqué de delantero centro, buscaba hacer lo que no había sido capaz en todo el choque. Un despropósito que tiene mala cicatriz.

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