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Lorenzo Silva Daniel Mora
Lorenzo Silva: «Andamos despistados con trampantojos»

Lorenzo Silva: «Andamos despistados con trampantojos»

El autor de 'Donde los escorpiones' participa hoy en Cieza en la III Feria del Libro Infantil y Juvenil

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Miércoles, 18 de abril 2018, 03:53

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Lo canta Extremoduro en plan Extremoduro y a fuego: «Nunca llevo el corazón encima por si me lo quitan». Le gusta esta letra a Lorenzo Silva (Madrid, 1966), respetado escritor de éxito logrado a pulso, aunque él hace justamente lo contrario; si le quieren robar su corazón lo tienen fácil: siempre lo lleva puesto. Ganador del Premio Planeta de Novela en 2012 con 'La marca del meridiano', y creador de Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro -investigadores de la Unidad Central de la Guardia Civil con los que ha logrado encandilar a un ejército de lectores-, hoy mantendrá un encuentro con sus seguidores en Cieza, en el marco de la III Feria del Libro Infantil y Juvenil. Padre de cuatro hijos, suele contar historias que atrapan, como la que transcurre en 'Donde los escorpiones' (Destino). «Cada cierto tiempo, releo el 'Quijote', y cada día que pasa tengo más la sensación de que, realmente, de lo que andamos necesitados es de personas que se crean ingenuamente su deber», dice Silva, para quien «España es un país en el que hay demasiados listos por metro cuadrado. Y ya hemos visto el resultado de un montón de listos haciendo el listo a la vez».

-Si hablamos de España, ¿qué procurará?

-Evitar la melancolía, aunque la verdad es que nuestro país me lo pone bastante difícil.

«Triunfa ese rollo de la interacción y su versión más degradada: el zasca. En fin, pavoroso»

-Ponga un ejemplo.

-Que unas producciones audiovisuales ambiciosas, sobre episodios cruciales de nuestra historia como son la conquista de México y la Guerra Civil, las vayan a hacer por primera vez productoras norteamericanas, con equipos creativos norteamericanos, me parece muy triste. Me refiero a la serie que prepara Steven Spielberg sobre Hernán Cortés, y a la que prepara David Simon -creador de 'The Wire'- sobre la contienda española. Al final, no es solo que no proyectemos al mundo nuestra realidad, ni nuestra lengua, que es la segunda del mundo; ni nuestra historia, que es una de las más apasionantes, escalofriantes y sobrecogedoras, ¡lo tiene todo!; no, no solo es eso, sino que nuestra propia historia nos la cuentan los demás, y eso por nuestra negligencia y nuestro abandono con respecto a nuestro propio pasado. Llegamos al peor extremo que se puede llegar: que tu historia la cuenten otros, y lo que es todavía peor, que tu historia te la cuenten otros.

Abuelos

-Tampoco parece que eso nos importe mucho: conocer la verdad, hablar de lo importante, no perder el tiempo en bobadas...

-Sí, y eso le viene muy bien al poder, al que se lo estamos poniendo muy fácil y cómodo. Como andamos despistados con patrañas, espejismos y trampantojos, el verdadero poder y los que verdaderamente ordenan las cosas maniobran a su antojo. ¿Quién sabe realmente lo que está haciendo Putin en Siria, o lo que está haciendo China en África, o lo que hay en la sala de máquinas de las grandes corporaciones de internet norteamericanas que son dueñas de toda nuestra intimidad? Ni se sabe, ni se cuenta, ni se contará porque estamos distraídos con otras cosas.

-¿Qué cosas?

-Hay dos inventos siniestros de la modernidad, o de la postmodernidad, o de la postpostmodernidad, que son el selfi y la interacción. El selfi es como la antítesis del conocimiento; es verdad que, en un momento de la Historia, Rembrandt se sentó a pintarse a sí mismo, pero Rembrandt era Rembrandt y había mirado ya mucho antes de ponerse a retratarse a sí mismo; y, además, ¡menuda profundidad la de ese retrato! Los selfis nos sirven para estar permanentemente, de un modo banal, asomándonos a nosotros mismos. En cuanto a la interacción, ha hecho que se degrade y abandone la conversación, esa conversación en la que uno escucha, aprende e intenta enriquecer a los demás y se intenta enriquecer a sí mismo con lo que los demás dicen. A cambio, triunfa ese rollo de la interacción y su versión más degradada: el zasca. En fin, verdaderamente pavoroso. En esa interacción no hay diálogo, no hay conversación, no hay nada. Solo son clips. Pero estamos ahí, y mucha gente consume buena parte de su día a día en eso; y, desde luego, todo el espacio, o la mayor parte, que podía estar disponible para la lectura, para la reflexión, para el aprendizaje o para escuchar a tu abuelo o a tu abuela. Yo siempre he escuchado a mi abuela y a mi abuelo, a los que pude conocer, y aprendía mucho de ellos. Antes de salirme de las redes sociales, me parecía pavorosa la relación que tenían algunas personas con ellas: siempre al pie del cañón. De Twitter me fui porque vi que la mayoría de la gente que está ahí no es gente con la que se pueda mantener una conversación, algo que no les importa en absoluto; es gente que está ahí a otra cosa que a mí no me interesa.

«Vivo en mi mundo y a contracorriente. He montado mi pequeña isla de resistencia»

-¿Vive feliz?

-Absolutamente feliz, pero reconozco que porque vivo en mi mundo y a contracorriente. Me dedico a construir historias solo con palabras y tengo la suerte de que haya alguien que las lee; y sigo teniendo suerte porque, en el país en el que vivo, he encontrado a algunos que no solo las leen, sino que compran mis libros. Por esta gente es por la que yo vivo y por la que resisto. He montado mi pequeña isla de resistencia, que está hecha de mis lecturas, de mi escritura y de los lectores que he conseguido ir haciendo por el camino.

-¿Contra qué combate y qué defiende?

-Siempre he combatido contra la mentira y contra la injusticia; y muy en particular, en el país que me toca vivir, contra la desigualdad, sobre todo contra la desigualdad de oportunidades de las personas, que me parece el mayor atropello que se puede cometer contra un ser humano: no darle, para que trace su camino, condiciones de partida justas e iguales a las del resto. Y lucho por intentar restituir la complejidad dentro de un barullo de simplificaciones y de simplezas. Cuando oyes que alguien llama facha a un almirante [Pascual Cervera] muerto en 1909, y además esa persona [Ada Colau, alcaldesa de Barcelona] tiene tratamiento de excelentísima y dirige una ciudad de tres millones de habitantes, pues, la verdad, te preguntas qué más puede pasar. Las simplezas también son peligrosas.

-¿Literatura para qué?

-Literatura para vivir, para conocer, para viajar, para aprender y para conmoverse. Toda la literatura que provoque eso, bienvenida sea. Lo demás es accesorio.

-¿Qué le gustaría decirles a los lectores con los que se encontrará usted [hoy] en Cieza?

-Sobre todo, que estén dispuestos a observar todo lo que tenemos a nuestro alrededor, porque siempre aprenderemos algo, y que también lo estén a escuchar a todo el mundo. Cualquiera tiene algo que mostrarte y una experiencia que contarte que, si la escuchas, te puede hacer mejor, o menos malo, o menos torpe.

-¿Claro qué tiene?

-He tenido muchas oportunidades de constatar que lo que merece la pena nunca se consigue deprisa, ni con prisas. Y la gente hoy tiene mucha prisa para todo.

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