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Juan Carlos Méndez Guédez. Elvira Megías
Juan Carlos Méndez Guédez: «En España vivo feliz»

Juan Carlos Méndez Guédez: «En España vivo feliz»

El autor de 'El baile de madame Kalalú', finalista del Premio Mandarache, se encuentra hoy en Cartagena con 600 alumnos de Secundaria

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Miércoles, 17 de enero 2018, 02:31

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¡Vaya por Dios! Así arranca la novela 'El baile de madame Kalalú': «Soy fea. Soy gorda. Soy demasiado grande». Y añade ella: «No tendría otro modo de definirme. Si me lo preguntan, esas serían las primeras frases que vienen a mi mente». Y redondea de este modo, ¡qué tranquilidad!: «Lo que puedo asegurarle es que no soy una asesina». 'El baile de madame Kalalú' (Siruela, 2016) es la obra por la que su autor, Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, Venezuela, 1967), se encuentra hoy en Cartagena para participar, invitado por la Concejalía de Juventud, en las actividades del Proyecto Mandarache 2018, una decidida apuesta por la lectura entre los jóvenes que incluye la concesión, por votación popular, del Premio Mandarache, del que él es finalista con esta novela. A las 10.30 horas se reunirá con 600 estudiantes de Secundaria en el Paraninfo de la Universidad Politécnica (UPCT), y a las 19.30 horas, en la sede de la Fundación Cajamurcia, protagonizará un encuentro abierto con público en general.

  • Qué Premio Mandarache de Cartagena 2018.

  • Quién Juan Carlos Méndez Guédez, autor de la novela 'El baile de madame Kalalú'.

  • 10.30 horas. Encuentro con 600 estudiantes de Secundaria en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT).

  • 19.30 horas. Encuentro con el público. Fundación Cajamurcia.

-¿Quién es usted?

-Un señor que escribe y al que le gusta dormir la siesta.

-¿Contento con su vida?

-Sí, porque a mi vida la acompaña la escritura, que desde que la descubrí en la adolescencia me ha hecho muy feliz. Hacer lo que a uno le gusta da siempre una cierta sensación de plenitud, independientemente de todas las complicaciones y dolores que puedan aparecer. Pero tener como hilo conductor la escritura es muy agradable.

«Mi padre me abandonó cuando era muy pequeño. Muchos niños crecíamos rodeados de mujeres muy luchadoras, beligerantes»

-¿Cómo era de niño?

-Un niño solitario. Vivía lejos de la mayor parte de mi familia, en otra ciudad, y leía mucho. Mis amigos secretos, esos que no te da la vida, los encontraba en los libros y en las historias que leía. Recuerdo que fui un niño feliz, tengo un recuerdo muy entrañable de mi infancia, que transcurrió en un barrio humilde de Caracas. Siempre había una cierta sensación de soledad, eso sí, porque siempre estábamos mi madre y yo y, puntualmente, alguna figura que la apoyaba con la intendencia.

«La vida es mucho más interesante si lees que si no lo haces»

-¿Y su padre?

-Él me abandonó cuando era muy pequeño, no tuve contacto con él. Ese ha sido uno de los temas que ha acompañado siempre mi escritura, la figura del padre, bien sea por su presencia o por su ausencia. No era tampoco algo muy inusual en la Venezuela de finales de los años 60. La figura del padre solía estar bastante ausente, y crecíamos rodeados de mujeres muy luchadoras, beligerantes, porque tenían que cubrir ese agujero.

-¿Qué huella le dejó ese abandono del que habla?

-Comprendí a través de los libros que estaba ahí esa herida, porque los libros sirven también para comprender cuáles son tus incisiones, tus heridas, tus fisuras. Me sirvió como tema literario. Es una marca que te acompaña siempre, pero no le guardo un rencor infinito no ha sido algo castrante. Frente a ciertas circunstancias complejas, he optado por ser un agradecido, por dar las gracias por lo bueno que me ha pasado. Por ejemplo, vivo donde quiero [en Madrid, desde hace 20 años].

«En Venezuela se está matando de hambre a un país para poder someterlo y seguir aprovechándose de su petróleo»

-¿Sentimental?

-Sí, lloro mucho con libros, películas, canciones... [Risas] Las pasiones y los excesos emocionales son muy propios de América Latina y eso también decidí utilizarlo en mis obras. Me interesan mucho los sentimientos. En mi caso, creo que pesa más el corazón que la razón, si bien la sabiduría humana reside en lograr el equilibro entre uno y otra.

-¿Qué aprendizaje es necesario?

-El de tener muy clara la importancia del otro, al que necesitamos. El otro tiene una riqueza, una sabiduria, una entidad que nos hace mejores. Somos individuos que necesitamos sin duda, para sentirnos plenos, de otras personas.

Esperanza

-Fe en sus semejantes, ¿cuánta?

-No tanta, no tanta fe. Tengo fe en algunos seres humanos, porque creo que algunos de ellos merecen la pena y lo han demostrado: hacen mejor nuestras vidas incluso a través de gestos muy pequeños, a veces invisibles. Esa persona que lleva la contraria, y se empeña en hacer el bien, permite que siga siendo posible la esperanza. La bondad es una energía que me intriga muchísimo y cuyo funcionamiento me apasiona. Somos seres privilegiados de la creación, y eso nos genera beneficios y también nos compromete con muchísimos deberes con el entorno, con el mundo, con los demás seres vivos.

«Viene bien tener un nivel de tolerancia mínimo ante los desmanes del poder»

-¿Mundo en el que vive cómodo?

-Vivo cómodo gracias a la escritura, porque a mí el mundo me resulta bastante hostil. Quiero decir: tantos compromisos sociales, tanta burocracia, tantos códigos de identificación que tienes que manejar...; el alivio viene a través de la escritura.

-¿Cómo es hoy su relación con Venezuela?

-Mi relación con Venezuela es de mucho dolor, de mucha angustia, de mucha preocupación. Para el inmigrante, el día amanece dos veces: cuando sale el sol donde vives, y también cuando sale donde viven las personas que dejó atrás. Es una realidad terrible la que vive Venezuela, y se va deteriorando día a día. Todos los males posibles se han congregado en Venezuela, y lo vivo con muchísimo sufrimiento y muy atento a lo que allí ocurre.

-¿Entiende que algunos sectores de la izquierda española sigan apoyando a Nicolás Madurdo?

-Lo entiendo: esos recibieron muchísimo dinero. Los petrodólares alcanzaron para comprar muchas conciencias y éticas. Lo apoyan a distancia, no están haciendo una cola de dos horas para comprar una barra de pan, ni están desesperados buscando un antibiótico, ni escondidos en su casa en la noche cuando suenan los diparos de la delincuencia, ni viendo cómo se devalúa su sueldo semana a semana. Pero también creo que buena parte de la izquierda, que quizás pudo estar un poco confusa al principio, ha comprendido que lo que allí está sucediendo es una dictadura militar al uso; se está matando literalmente de hambre a un país para poder someterlo y seguir aprovechándose de su petróleo. Hay mucha gente, simpatizantes o votantes del PSOE, e incluso de Podemos, que entiende que lo que está sucediendo en Venezuela es una escenificación estalinista o fascista: unas fuerzas armadas de 300.000 personas machacando a la población, una población que en promedio ha bajado 8 kilos de peso en estos tiempos.

-¿En España nos quejamos mucho?

-Es cierto que hay una queja constante, absoluta, un no valorar el salto tremendo que dio este país desde 1975 en adelante. Algo realmente interesante y que se refleja en la calidad de vida. España, incluso, es un ejemplo en Europa; conozoco gente que se ha mudado a otros países y que recuerdan con gran nostalgia lo maravillosa que era su vida aquí. A veces el español es un poco injusto con su realidad, con lo bien que se vive en general aquí, con la paz que hay. Muchas personas de fuera hemos sido muy bien recibidas en este país, en España vivo feliz. Pero, por otro lado, viene bien tener un nivel de tolerancia mínimo ante los desmanes del poder.

-¿Qué les dirá hoy a los jóvenes cartageneros?

-La vida es mucho más interesante si lees que si no lo haces.

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