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José Antonio Pérez Tapias, filósofo y profesor. Fernando Gómez
José Antonio Pérez Tapias: «Ni el PSOE solo, ni Podemos por su cuenta van a poder erigir una alternativa a las derechas»

José Antonio Pérez Tapias: «Ni el PSOE solo, ni Podemos por su cuenta van a poder erigir una alternativa a las derechas»

El filósofo y excandidato a la Secretaría General del PSOE, que dejó el partido tras 25 años de militancia, habla hoy en Murcia sobre posverdad y democracia

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Jueves, 12 de abril 2018, 02:18

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Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada, José Antonio Pérez Tapias (Sevilla, 1955), excandidato a la Secretaría General del PSOE -hoy en manos de Pedro Sánchez- y exmilitante socialista tras 25 años poniendo al servicio del partido su lucidez y templanza, ofrecerá hoy en Murcia, invitado por la HOAC, las Comunidades Cristianas de Base y el Foro Ignacio Ellacuría, la conferencia 'La posverdad y la destrucción cínica de la democracia'. Habla con 'La Verdad' tras haber comido con el historiador José Álvarez Junco, otra voz a tener muy en cuenta en tiempos turbios.

  • Quién José Antonio Pérez Tapias.

  • Dónde Palacio Almudí. Murcia. Cuándo. Hoy, a las 20.15 horas.

  • Organizan HOAC, Foro Ignacio Ellacuría y Comunidades de Base.

-¿Qué le pasa a la izquierda en este país, que no levanta cabeza?

-Esa constatación viene, desgraciadamente, avalada por los hechos. La izquierda se presenta dividida, y un tanto desorientada, justamente en el momento en que hace más falta generar alternativas que sean creíbles, que sean solventes y que, efectivamente, tengan capacidad de transformación de una realidad que necesita cambios urgentemente, tanto desde el punto de vista constitucional, como económico, como a la hora de abordar las relaciones internacionales. ¿Dónde está la izquierda? Por una parte, está acusando la falta de un análisis teórico, desde una posición crítica, con capacidad de elaborar propuestas eficaces. La izquierda se ha visto desbordada por los acontecimientos y no ha puesto al día su propio proyecto. Por otro lado, las ideas no flotan en el espacio ni están en ningún séptimo cielo, sino que están en esta realidad terrenal; y en ella las ideas, además de ser portadas por los individuos y colectivos, se encuentran respaldadas por organizaciones; y cuando la forma de las organizaciones, la estructura de partido, en cada caso es la que es, se dificulta mucho que las ideas fluyan, que tomen cuerpo, que se plasmen en proyectos y que generen acuerdos en torno a ellas. Lo cierto es que nos encontramos con una izquierda donde hay muchos comportamientos sectarios, donde hay planteamientos muy dogmáticos, muy cerrados; y donde hay una manera de entender los liderazgos que no contribuye nada a fraguar proyectos colectivos. Todo esto no hace fácil que la izquierda pueda confluir en lo que muchos estamos esperando: acuerdos y pactos que permitan presentar alternativas y ofrecer soluciones verdaderas a los problemas. Por ejemplo, ante una reforma constitucional que es absolutamente imprescindible, ya estamos tardando la izquierda en que los partidos y sus líderes propicien un debate en el que se pongan, negro sobre blanco, los puntos cruciales en una reforma necesaria.

«Tenía que haber dimitido ya la señora Cifuentes; su comportamiento es toda una ofensa a criterios elementales de dignidad democrática»

-¿Ante qué cuestiones la izquierda no acierta en el modo de abordarlas?

-No ofrece soluciones claras, desde luego, a la cuestión de las naciones en el Estado español, ni a la cuestión de la laicidad. Tampoco están claras las maneras no solo de abordar los problemas de redistribución, sino de plantear políticas económicas que incidan en lo que en el mercado está ocurriendo; lo cual, dicho sea de paso, también es difícil porque las reformas que la izquierda debe promover ya no son posibles en un solo país aisladamente. Se requieren políticas de izquierdas en el ámbito europeo. Y si hay problemas y situaciones que no se abordan de frente, la izquierda, en ese sentido, naufraga. Otro ejemplo: ¿qué estamos diciendo desde la izquierda ante la cuestión migratoria o ante la situación de los refugiados? Son dos situaciones que ponen a prueba la consistencia y la credibilidad de nuestra democracia, y de la defensa de los Derechos Humanos. Ahí se muestran los límites en los que nos vemos encerrados.

-Da la impresión, en demasiadas ocasiones, de que la izquierda rema a favor de la derecha, ¿no cree?

-A veces lo parece, efectivamente, porque deja el terreno libre. Si las izquierdas no son capaces de articular su propia pluralidad, que es una cuestión que está ahí también pendiente de resolverse, no avanzaremos. Las confrontaciones estériles hacen que las izquierdas tarden en conjuntar una fuerza política suficiente.

-¿No cuenta con los líderes adecuados para el momento actual?

-La complejidad del momento actual es notable y, por lo tanto, no es fácil consolidar un liderazgo en este contexto, pero lo cierto es que se echa en falta liderazgos más sólidos y más democráticos, en el sentido de menos personalistas. Ocupar un cargo orgánico no significa ser un líder.

-¿Su 'corazoncito' sigue siendo del PSOE?

-[Risas] Mi 'corazoncito', y sobre todo mi pensamiento, siguen siendo socialistas y, en este sentido, deseo lo mejor para el partido socialista. Hay que moverse, desde dentro de los partidos o desde fuera, con una gran amplitud de miras que nos permita articular la pluralidad y tejer las alternativas necesarias. Nadie tiene la patente de la 'alternativa'; en la izquierda hace falta que nos convenzamos de eso y de la necesidad de tender puentes y buscar puntos de confluencia. Ni el PSOE solo, ni Podemos por su cuenta van a poder erigir una alternativa a las derechas. De alguna forma, hay que buscar esas confluencias para aglutinar fuerzas y elaborar proyectos en común que contemplen trabajar en firme por la Justicia y por esos anhelos de libertad y de igualdad que suscribimos entre todos.

-Por si faltaba algo en el país, el 'falso máster' de Cristina Cifuentes, expedido por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), está poniendo en entredicho a la institución universitaria española.

-Es una situación muy lamentable, sí, porque se evidencia cómo desde determinadas posiciones políticas y cargos públicos, y en este caso hablamos de la presidenta de la Comunidad de Madrid, se instrumentalizan las instituciones, en concreto la universidad, a la que no solo se le extrae un rendimiento a título de beneficio personal que no se justifica de ninguna manera, sino que se le origina un daño que incide en su imagen pública y, por extensión, en la del sistema universitario español. Ciertamente, tampoco la universidad española es el paraíso en la Tierra, pero existe sin duda un conjunto de prácticas que, globalmente, permite pensar que trabajamos en función de un servicio público a la sociedad española, de un conocimiento científico y de la transmisión de saberes. Este caso nos está haciendo mucho daño.

-No hay que olvidar que parece que es la propia URJC la que se ha prestado a este descrédito.

-Sí, pero hay que distinguir entre los comportamientos de las personas, sobre las que debe recaer la culpa de lo que se ha hecho de forma irregular, o en su caso delictivamente, del funcionamiento de la institución académica en su conjunto. En otras ocasiones, cuando se han detectado comportamientos irregulares, las mismas universidades han puesto en marcha resortes para frenarlos y corregirlos. En el caso de la URJC, se ha evidenciado que la contaminación es muy fuerte y por eso el daño es mayor. Las universidades no pueden permitirse transmitir la idea de que no juegan de modo absolutamente limpio.

Dignidad democrática

-¿Cree que un 'falso máster' es motivo suficiente para acabar con la carrera política de una persona?

-Pues sí, es motivo suficiente. En este caso, no solo hay un engaño o lo que se quiere presentar como un desliz en un asunto menor. No, no, no es un asunto menor; y no lo es solo por la índole de la conducta que supone ese falseamiento de los hechos: construir un currículum que no responde a la realidad de una trayectoria académica. Se van haciendo evidentes los comportamientos de todo punto recusables e incluso, si fuese el caso, condenables y punibles desde el punto de vista judicial. Hablamos de falsedad en documento público, no es un asunto menor. Se ha utilizado la institución en beneficio propio de una manera descarada y, ademas, con un absoluto desprecio y discriminación hacia los estudiantes. Se ha producido un comportamiento que es toda una ofensa a criterios elementales de dignidad democrática; claro que hay que dimitir, tenía que haber dimitido ya la señora Cifuentes; entre otras cosas, para no dañar a las instituciones y supongo que habrá quien haya dicho que, también, para no perjudicar a su propio partido, que bastante zarandeado está ya por casos de corrupción.

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