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MIGUEL LORENCI
MADRID
Miércoles, 25 de octubre 2017, 12:21
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«Sentí miedo. Comprendí que lo peor es tener miedo al miedo, que es el mayor de los miedos porque genera más miedo, y pude seguir adelante». Así explica Cai Guo-Qiang (Quanzou, China 1957) parte de sus emociones mientras sostiene en el Museo del Prado un «explosivo diálogo» con El Greco, Velázquez, Goya, Tiziano y Rubens. El resultado es 'El espíritu de la pintura', la muestra que exhibe hasta marzo el trabajo de casi un mes del creador chino en el Salón de Reinos. Ha sido el primer artista invitado a realizar una obra 'in situ' en el Prado, y lo ha hecho quemando decenas de kilos de pólvora valenciana sobre unos lienzos descomunales.
Un viaje «a lo desconocido» cuyo combustible es, además de la pólvora, «el riesgo». Algo que a juicio de este 'Cai sin miedo' «es la esencia de la pintura». Recuerda que el sentido primigenio de la palabra pólvora en chino es «el medicamento del fuego», concepto que «tiene más que ver con la alquimia que con las guerras». «Se asocia la pólvora con atentados, guerras y muerte, pero aquí se conecta con la vida y con la historia del arte para crear belleza y esperanza en vez de para destruir», dijo Cai Guo-Quiang ante una gigantesca tela con intenso olor a quemado.
Su prioridad es «arriesgar» y es lo que hace con sus pinturas de fuego. «Lo esencial de la pintura es el riesgo, y hemos de seguir pintando para afrontar lo que ocurre en la televisión e internet», propone el artista, que usa la pólvora «como usaron el óleo Goya y Velázquez». «El Prado me inspira ese espíritu de la pintura que es hallazgo, riesgo, espontaneidad, búsqueda, sorpresa y un sentimiento que no se alcanza con el arte digital», aseguró.
«Soy el niño que siempre soñaba con pintar, y el Prado me ha hecho volver al origen de la pintura; me ha permitido recalar en este gran puerto para avituallarme y seguir navegando sin temor, buscando nuevos y desconocidos horizontes y logrando nuevos hallazgos en el fondo del mar», dice Cai. De vuelta a la pintura desde la 'performance' y la instalación, resumía así su aventura en la casa de El Greco, el pintor que más admira, de Goya, Velázquez, Tiziano y Rubens.
A todos los cita y recrea en 'El espíritu de la pintura', un lienzo inmenso de dieciocho por tres metros realizado en una fugaz explosión de apenas un segundo 24 horas antes de ser expuesto en la sala C del edificio de los Jerónimos. En sus diez paneles aparecen guiños a los genios del pasado: una diminuta maja desnuda de Goya ondeando en una pancarta publicitaria en la cola de una avioneta; la familia de Carlos IV; el rostro de Velázquez en Las Meninas y una de sus figuras; el perfil del Toledo medieval de El Greco; la «carnalidad de Rubens» sugerida con media docena de bragas y el poderío de la pintura de Tiziano encarnado en su color púrpura.
La muestra reúne 27 obras, casi todas de gran formato, de las que solo ocho se han creado en el Salón de Reinos con pólvora valenciana de «enorme capacidad explosiva». «Es muy diferente de la que se usa en el resto del mundo», concede este mago de la pirotecnia, que diseñó la traca de los fuegos artificiales para abrir los Juegos Olímpicos de Pekín. «Es muy potente, muy pura, con poco humo y unos colores fantásticos», elogió su materia prima. «Uso la pólvora como el óleo y busco la espiritualidad de la pintura», insiste el artista, que creó la última obra de la muestra ante más de 200 invitados en el histórico edificio que reformarán Norman Foster y Carlos Rubio.
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