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Voluntarios del CCT, de la Escuela de Hostelería Molina Real y de la Asociación de Maitres y Profesionales de Sala de la Región, a la entrada de Murcia Gastronómica. Alfonso Durán / AGM
«La gente es un cielo»

«La gente es un cielo»

Casi 150 voluntarios, principalmente del CCT y Molina Real, tratan de que al público «no le falte de nada»; para ellos la experiencia es «como un máster». «Es la primera vez en mi vida que trabajo como camarero y solo me han tirado dos copas en tres días», se siente orgulloso Francisco Jiménez

Daniel Vidal

Murcia

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Lunes, 20 de noviembre 2017, 09:10

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Para ser la primera vez que curra como camarero en su vida, a Francisco Jiménez no se le da nada mal. Lleva solo un mes formándose en la Escuela de Hostelería Molina Real, y en el instante en que sortea asistentes a Murcia Gastronómica en la Calle de las Tapas también lleva una bandeja en una sola mano con 15 copas vacías de las que no baila ni una sola. «En tres días me he metido tres turnos dobles, y solo me han tirado dos copas», se enorgullece el prometedor alumno, que automáticamente pasa a justificarse: «Y me las tiraron porque me dieron un codazo». Eso sí, descarga de responsabilidad al causante del 'accidente' porque, según dice, «la gente es un cielo, y los compañeros más, si cabe». Esos compañeros que dan alma, corazón y vida a la sala y la cocina, y que son voluntarios del Centro de Cualificación Turística (CCT) y de la Escuela de Hostelería Molina Real (que aportan el grueso de los casi 150 que conforman el 'ejército' de camareros y cocineros), pero también de la Asociación de Maitres y Profesionales de Sala de la Región de Murcia y del Centro de Formación de El Palmar (CFIE). Entre todos ellos vuelven a suponer otro año más uno de los pilares sobre los que se sustenta Murcia Gastronómica. Una legión de chicos y chicas a los que habría que hacerles varios monumentos por su dedicación e imperturbable simpatía.

«Inventamos trabajos»

Jean Carlos Peña, alumno del CCT desde hace 8 meses, cumple su primer año en el congreso culinario y reconoce que lo mejor de la experiencia es «dar servicio y ver a la gente contenta por ello», mientras su compañero Alejandro Mateo, de 18 años, añade que el principal objetivo es «que a la gente no le falte de nada». La opinión de Alejandro es secundada por Franklin Tortolero, también del CCT, mientras se afana en colocar un expositor improvisado. Aquí hay que hacer de todo «y, si no hay tarea, nos inventamos trabajos», sonríe Alberto Hernando, responsable del CCT, que no se corta a la hora de dar alguna que otra voz cuando hace falta «reactivar al personal». José Antonio Vera, director de Molina Real, se mostraba encantado: «Esta experiencia es para ellos como un máster, aprenden muchísimo y ven la realidad de un servicio, pero no pueden venir aquí sin una buena formación previa, que es lo que tratamos de hacer en la Escuela. Si no se han preparado antes, no da resultado». Vera reconoce que, antes de 'salir al ruedo', les da a los chicos un consejo: «Que se diviertan». Antonio Chacón, jefe de sala de Murcia Gastronómica y presidente de la Asociación de Maitres y Profesionales de Sala siempre tiene otro a mano: «Hay que levantarse cada mañana queriendo aprender algo nuevo». Parece que los voluntarios de Murcia Gastronómica tienen aprendidas todas las lecciones. Así da gusto.

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