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El poeta, en su casa de Murcia. Vicente Vicéns/ AGM
Eloy Sánchez Rosillo: «El momento actual de nuestro país es de chiste y de lágrimas»

Eloy Sánchez Rosillo: «El momento actual de nuestro país es de chiste y de lágrimas»

«Camino por mis días con los ojos y los oídos abiertos, lleno de asombros y fascinado», reconoce el elogiado poeta murciano, de quien Tusquets Editores acaba de publicar 'Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017'

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Lunes, 5 de febrero 2018

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Adelante, ¡disfrutemos!: «Yo, que nunca he pensado en el mañana, / que no sentí jamás preocupación ninguna / por lo que habría de venir, / me veo ahora meditando a veces -con inquietud que alcanza hasta el desasosiego- en el futuro. / Más no me acucia la entelequia absurda / del porvenir remoto, / sino los días que ya llegan, /los que están casi a punto de llamar a mi puerta con impaciente aldaba. / Y observo atentamente / el semblante que muestran cuando aparecen. / Busco / indicios en sus gestos que me digan / cómo habrán de tratarme, qué me traen. Todo pende / de un hilo en el precario / lugar de mi vivir en el que estoy. / Y un día, cualquier día, / puede ser un día más, razonable, pacífico, y puede ser también un golpe inopinado que nos lance de súbito a la intemperie hostil de lo desconocido / o al gran silencio de lo irremediable». Son los versos del poema 'Los días inminentes', incluido en el libro 'La certeza' (1996-2004). Más versos: «Miro / con emoción y con sorpresa cómo / la realidad canta y florece, el ímpetu / con que todo se muestra, y su abundancia», se lee en 'Celebración', un poema luminoso, que forma parte de 'Autorretratos' (1984-1988), con el que Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) se despide del invierno y saluda, un día más, a la vida que le sigue deslumbrando, con sus victorias y sus heridas, desde los años felices de su infancia. Rosillo, autor de una obra poética que lleva años cosechando el elogio, el respeto y el reconocimiento reservados a los grandes poetas, asiste estos días, entre asombrado y satisfecho, al deleite con el que sus lectores empiezan a adquirir con emoción 'Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2017' (Tusquets Editores), el libro que recoge su obra poética completa. Una obra, hermosa y perdurable, abundante en luz proyectada sobre el misterio de vivir.

Eloy Sánchez Rosillo descansa sobre el sentimiento del trabajo poético bien hecho: «No es que yo tenga un altísimo concepto de mi poesía, pero no la cambiaría por la de ningún otro poeta. Le estoy agradecido a mi poesía, a los libros que he hecho, porque en realidad yo soy Eloy Sánchez Rosillo precisamente por ellos». «Por lo general», precisa sonriendo, «me conformo con ser yo». De momento, indica el poeta, «no me atrae otra posible realización de mi vida que no esté ralacionada con la poesía, e insisto en que eso no tiene nada que ver con las presuntas calidades de mi obra. Me siento orgulloso de haber hecho estos libros, o de que ellos me hayan hecho a mí».

Pasados los años, firme el reconocimiento del que goza, se mira a sí mismo pausadamente y dice: «He cumplido un sueño, porque en los primeros años de mi adolescencia ya se despertó en mí la vocación de escribir, que cada vez fui asumiendo más. Desde siempre he visto cómo lo más maravilloso del mundo el llegar a ser un verdadero poeta. Lo veía como un sueño irrealizable, ¿por qué me iba a tocar a mí ser un poeta auténtico? Desde entonces he trabajado por llegar a merecer ser poeta algún día, porque lo consideraba una ocupación digna en la vida. Y, la verdad, en un mundo en el que hay gente que se dedica a cosas tremendas, cargadas de violencia y de injusticia, que alguien en el futuro te recuerde como una persona que se dedicaba a intentar escribir poesía, personalmente me alegra».

«Amo la vida. Tendrán que empujarme muy fuerte para echarme de aquí. La verdad es que no pienso irme. Por mí no va a quedar». «El mundo es un misterio insondable, y dentro del misterio está Dios, que es a la vez quien lo crea. Piense en los pétalos de una rosa, que no empiezan ni acaban». «La aventura del poeta es tan grande o más que la de los astronautas o que la de los exploradores de los Polos o de las selvas vírgenes». «Lo que yo hubiera querido es que la gente se cayera redonda al suelo, llorando de emoción al leer mis poemas». «Estoy muy satisfecho de ser español, aunque este sea el país más disparatado del planeta»

Eloy Sánchez Rosillo

Dice el autor de 'Maneras de estar solo' -poemario con el que en 1977 consiguió el Premio Adonais- que no quiso ser ni rico, ni famoso, ni un donjuán, ni un aventurero: «Bueno, lo de donjuán puede ser que me haya tentado más, pero se quedó en tentación... [Risas] Lo que tengo claro es que no querría ser ninguna otra cosa si no va acompañada de la poesía. Si uno pudiera ser de verdad varias cosas a la vez... pero creo que las pasiones son exclusivas, no puede uno ser poeta y hombre de acción, por ejemplo, aunque antiguamente había algún caso notable de persona en la que se juntaban las dos cosas. Uno tiene que coger un solo camino si quieres entregarte realmente a una ocupación. Podría haber hecho otras cosas, pero superficialmente, mal hechas...».

-¿Las cosas, así como fueron, han merecido mucho la pena?

-Rotundamente sí. Cómo no va a merecer la pena la aventura del vivir, con sus alegrías y con el contraste necesario e ineludible de los quebrantos pequeños o terribles. Para mí, además, el existir ha sido en buena parte escribir poesía, lo cual le añade intensidad a la aventura de estar aquí, ya que en realidad la poesía no tiene nada que ver con la literatura, sino que está hecha con la misma sustancia de la vida. Te hace ser más consciente de la realidad y de ti mismo; camino por mis días con los ojos y los oídos abiertos, lleno de asombros y fascinado. Lo real se amplía y se intensifica así hasta límites increíbles. Algunos pensarán que escribir en soledad, aislado en tu cuarto, debe ser un aburrimiento. Pero la aventura del poeta es tan grande o más que la de los astronautas o que la de los exploradores de los Polos o de las selvas vírgenes. Hacer un buen poema es como descubrir un nuevo continente. Quienes sueñan y crean han viajado a menudo hasta las más lejanas galaxias, y muchas veces no echan el viaje en balde ni regresan de vacío.

-¿Qué ha sido lo mejor, lo memorable, lo que le impulsa a dar gracias a la vida?

-Para mí no ha habido nada desdeñable. Al mirar hacia atrás, veo las luces y las sombras, pero ambas no son cosas distintas y que puedan ponerse por separado; están indisolublemente entrelazadas, forman un todo único. Doy gracias porque mi vida haya sido como ha sido, pues de lo contrario yo sería otro, y me conformo con ser este que soy, aunque cada día intente ser mejor de lo que he sido hasta ahora.

-Escribe usted en un poema: «Para escuchar el canto del jilguero vine yo al mundo». ¿Ha podido descubrir ya para qué cosas más?

-No es necesario descubrir nada más. Si uno ha escuchado de verdad el canto del jilguero, como yo lo escuché en la niñez y en la adolescencia, experimenta una revelación y luego se va dando cuenta, a lo largo de los años, de que ese canto contenía en sí el existir entero, con todas sus potencialidades.

-¿Qué ama cada vez más?

-La vida, el estar vivo. Tendrán que empujarme muy fuerte para echarme de aquí. La verdad es que no pienso irme. Por mí no va a quedar.

-¿De qué ha desertado, de qué batallas y vanidades?

-Yo no he sido muy batallador, no me he empleado mucho en las batallas de poca monta, que son las más numerosas y en las que más empeño se suele poner. Y por lo que respecta a la vanidad, estoy por decir que no es este el principal de mis defectos, aunque nadie se libre por completo de ella. Soy muy orgulloso, en el buen sentido de la palabra, porque siempre aspiro a lo más alto. La vanidad se centra en lo pequeño, y aun en lo miserable.

-¿Cómo es el hombre que se esconde seguro detrás del poeta Eloy Sánchez Rosillo?

-Eso quisiera yo saber. Estamos llenos de máscaras, incluso cuando nos encontramos a solas, o más que nada cuando nos encontramos a solas. No hay mayor enigma que el de uno mismo. Uno va descubriendo ciertas cosas de sí con el paso del tiempo, pero constantemente se abren nuevas galerías dentro de lo que somos y nunca terminamos de recorrerlas ni de conocernos.

-¿Predomina la satisfacción cuando contempla este volumen recién aparecido de su poesía completa?

-Sí y no. Sí porque este volumen en el que se recoge la totalidad de la poesía que he escrito significa que se ha cumplido el sueño que tuve de adolescente de estar en el mundo como poeta. Ese es un altísimo destino y yo me enorgullezco de haber hecho lo que estuvo en mi mano y más para merecerlo y cumplirlo. Ahora bien, el volumen también me produce cierto desasosiego, porque mis poemas son como son y yo hubiera querido que fueran mucho mejores, que no dejaran a nadie indiferente, que la gente se cayera redonda al suelo llorando de emoción al leerlos. Ojalá hubiera algún poema así entre los míos. Lo que se llega a alcanzar se queda siempre por debajo de lo soñado. Pero qué le vamos a hacer. Dentro de mí, a pesar de ello, prevalece en este momento la satisfacción. Y la gratitud.

-¿Hay nostalgia en usted?

-Cada vez soy menos nostálgico, porque ahora pienso, al contrario que cuando era joven, que nada se termina ni se va si ha sido verdaderamente tuyo y que en el presente está todo. Eso no quiere decir que no lleve con frecuencia en el corazón la melancolía de las cosas. Pero ésta es en el fondo una forma extraña de la alegría, un sentimiento cabizbajo que acompaña mucho.

-¿Hay muchas certezas a las que pueda agarrarse?

-Como digo en el último poema de mi último libro, hoy pienso que todo es verdad, incluso la mentira. La mentira tiene las patas muy cortas y no engaña de modo permanente a nadie que sea lúcido; da un poco de pena verla queriendo dar el pego, pero nada más.

-¿Qué le debe usted al niño que fue?

-No sé si todo, pero casi todo. El poeta tiene que mirar la realidad con ingenuidad y con limpieza, con asombro y estremecimiento, como la miran los niños. El poeta que no escuche al niño que fue está perdido. El niño no muere, sigue dentro de uno y hay que tenerlo muy en cuenta, hablarle, preguntarle. Y si de pronto advertimos el hueco triste de su ausencia, es preciso buscarlo sin descanso por los recovecos del espíritu, hasta dar de nuevo con él. El que no logre encontrarlo envejecerá de pronto y la existencia le pesará como un fardo insoportable.

-¿Y qué le debe a los amigos?

-A los verdaderos amigos, que son pocos para cualquiera, como es bien sabido, les debo también muchísimo. Con ellos es con los únicos que puede uno volver a ser el niño o el muchacho que fue y manifestarse con inocencia, con toda confianza y sin precaverse. En la intimidad que se crea cuando uno está en compañía de quienes lo aprecian se puede hablar en serio o disparatar, estar callado, y sentirse seguro, a salvo de los males propios de la intemperie. «Hay que quererse mucho», les digo yo con frecuencia a mis amigos, como si fuera una frase de broma. Pero ellos y yo sabemos que no existe ocupación mejor.

-¿Dónde encuentra consuelo Eloy Sánchez Rosillo, en cuya poesía lo encuentran tantos lectores?

-Hay mucho consuelo, aunque también exista tanto dolor. Lo encuentro en ciertos aspectos y actitudes del ser humano -en aquellos que lo hacen merecedor de tal nombre-, en las personas que nos quieren, pero también en otras desconocidas que de pronto pasan por nuestro lado y se nos revelan: una hermosa muchacha, un anciano al que vemos sentarse en un banco a tomar el sol. Y lo encuentro mucho asimismo en las cosas de la naturaleza, tan llenas siempre de misterio.

-¿Tiende a recluirse en una 'torre de cristal' o es hoy un poeta de calle y puertas abiertas?

-Nunca me he encerrado en torres de cristal ni de marfil ni de nada. Lo más alto que yo me subo es al cuarto piso, que es en el que vivo. El poeta se nutre de la proximidad con lo que existe, de su contemplación serena y despaciosa, que por supuesto no puede excluir la objetividad. El distanciamiento altivo desde el que mira quien está en una torre desdibuja las cosas, las difumina o hasta las anula. Para escribir hay que estar a solas muchas veces, pero eso no significa encerrarse, cerrarse, enclaustrarse. De eso, nada. Me gusta la vida.

Globalización

-¿De cuanto hemos perdido como sociedad, qué echa más de menos?

-La desaparición irremediable de las formas elementales y peculiares del vivir. La globalización tiene sus cosas positivas, pero la contrapartida de ella es la uniformidad. Antes cada cosa tenía su sabor y cada lugar era único. Ahora todo es un poco lo mismo; el mal gusto, además, va aplanando y vaciando cualquier cosa que se le ponga por delante.

-¿Qué le inquieta especialmente de cuanto sucede hoy?

-El presente es tornadizo, y por su inmediatez e inestabilidad nos resulta preocupante, pero las cosas siempre han sido un poco como son ahora.

-¿Optimista con el futuro?

-Razonablemente optimista en lo contingente, en lo que movemos y agitamos los hombres en sociedad, y optimista por completo en lo demás, que es mucho y lo más importante.

-¿Alguna respuesta a la pregunta de en qué consiste esto de vivir?

-Para mí, en tener un norte y en que este sea noble, limpio y desinteresado. También consiste en estar atentos, en respirar la vida conscientes de que la respiramos.

-¿Ha logrado vivir como quería, vivir como soñó?

-En lo fundamental sí, y he luchado contra viento y marea por mantenerme en lo mío, en mi sitio. Muchas veces he estado en la cuerda floja por no pactar con lo que debía hacerse, con la acomodación y la estupidez, pero soy un hombre de buena estrella y hasta ahora he ido saliendo adelante. Lo de la buena estrella, sin embargo, no se debería decir hasta el último de nuestros días, como se lee en 'Edipo rey', porque las cosas pueden descacharrarse en cualquier momento.

-¿Cómo es hoy su relación cotidiana con la poesía?

-Pues igual que siempre. Mi ilusión por hacer cosas hermosas es la misma que tenía de muchacho, cuando empecé. Ser poeta con autenticidad -y le aseguro que yo intento tenerla- no es un oficio ni una profesión. Por eso no hay peligro de cansarse ni de caer en la rutina. Siempre que se escribe un poema es el primero que uno ha escrito.

-¿Inspiración, divino tesoro?

-Indudablemente. Sin ella no es posible nada. Ningún poeta ha escrito nunca por sí mismo sus buenos poemas, sino solo los regulares y los malos. El buen poema es un milagro absoluto, que viene de no sabemos dónde y se vale del poeta para llegar al papel.

-¿Poesía para qué en estos tiempos líquidos?

-Pues para que no todo se vaya por las desembocaduras ni por los desagües. Un poema verdadero es como la refutación de Heráclito. Cada vez que tal poema sea leído por alguien, cobrará por primera vez vida real lo que en él late desde que fue creado.

-¿Piensa en la posteridad?

-Inevitablemente, lo digo sin falsa modestia. Yo diría que quienes hacen algo con entrega total en el terreno de la creación piensan en el futuro más que en el presente. Y no por vanidad o ambición, sino porque es hermoso pensar que serás atendido por almas afines en un tiempo que no verán tus ojos, pero que has intuido y que de algún modo mirarás a través de los ojos de quienes te lean. Cuánta misericordia.

-¿Tiene bandera, patria, Dios y sueños por cumplir?

-Los sueños están siempre empezando, así es que me quedan muchos por cumplir, incluso los que ya se cumplieron, porque, como antes dije, nunca se terminan de cumplir hasta el fin, y hay que volver a intentar llevarlos a cabo. Uno de los sueños más firmes y hermosos para mí, que soy creyente, es el de Dios. El mundo es un misterio insondable, y dentro del misterio está Dios, que es a la vez quien lo crea. Piense en los pétalos de una rosa, que no empiezan ni acaban. Patria y bandera no hay duda de que las tengo, claro es que sin asomo de patrioterismo. Estoy muy satisfecho de ser español, aunque este sea el país más disparatado del planeta, como hemos ido viendo a lo largo de nuestra historia y como advertimos también en el día a día que nos ha correspondido. El momento actual de nuestro país es de chiste y de lágrimas. Así son los disparates: carcajada y desgarro. A pesar de ello, no me veo siendo otra cosa que español.

-¿Qué les desea a los lectores de 'Las cosas como fueron'?

-Que ojalá se sientan acompañados por mis poemas, que vean en mí a un semejante y a un amigo. Yo también siento su cercanía. Me estimula saber que están ahí y que quizá algunos, de forma sucesiva, seguirán estando cuando yo ya no esté. De eso habla un poema inédito que he incluido en este volumen de mi poesía completa.

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