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ELISABETH G. IBORRA
Lunes, 24 de abril 2017, 21:53
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Si Borges levantara la cabeza, se sorprendería con el nuevo fenómeno literario que está asombrando hasta a los propios editores. La poesía, el verso corto, la prosa poética, el aforismo, los relatos y microrrelatos están reflotando el sector literario y entre segmentos de público insospechados, como son los jóvenes y los adolescentes.
El primer sorprendido es Marwan, que impulsó este fenómeno con su editorial Noviembre, en la que se autopublicó 'La triste historia de tu cuerpo sobre el mío' y difundía a otros poetas y cantautores: «Ya lleva unos años este movimiento editorial que comenzó siendo un movimiento poético a través de las redes, que hace que mucha gente pueda exponer sus aforismos, micropoemas o poemas, y que estos se expandan y compartan a la velocidad de la luz. Las redes tienen mucho poder y han supuesto una ventana enorme para estos formatos».
Para la editora de Mondadori Mónica Adán, «más que sorprendente es emocionante. Para mí, como editora, es un regalo poder editar y publicar libros de poesía y textos cortos, ya que la poesía y el cuento son dos géneros que me encantan como lectora. De hecho, nosotros en la colección Verso&Cuento estamos apostando no sólo por la poesía, sino por todos los textos cortos. Creo que vivimos en una sociedad en la que lo inmediato es cada vez más demandado, sobre todo por las generaciones más jóvenes». «Esto puedes entenderlo como algo malo -continúa- o también puedes ponerte al servicio de las circunstancias y planteártelo como: quizá ahora sea el momento de que géneros siempre tan minoritarios y tan poco asequibles como la poesía y el cuento se pongan al servicio de este público. Esto es lo que ha pasado, evidentemente fomentado por las redes sociales, escaparate perfecto para este tipo de textos».
Precisamente relacionándose en las redes, el cantautor Marwan y sus colegas de recitales poéticos consiguieron llamar la atención de las editoriales: «No sé hasta qué punto nosotros somos los responsables de este movimiento, pero sí es verdad que el hecho de tener una masa de seguidores por la música antes de publicar mi primer libro me ayudó mucho a expandir mis poemas y a que la gente conociera mi obra. Pero contrariamente a lo que muchos piensan, ni me he subido a una moda que ya funcionaba, porque fui el primer músico en publicar, ni el éxito con la poesía ha venido porque fuera conocido. Vendo muchos más libros que discos y esto se explica porque coincidió todo, la salida de mi libro con un fenómeno absolutamente inesperado, que en mi opinión comenzaron los poetas Escandar Algeet y Carlos Salem y el editor Marcus Versus de 'Ya lo dijo Casimiro Parker'».
Su influencia la reconoce la propia editora de Mondadori: «Creo que tanto Marwan como Diego Ojeda o Luis Ramiro han influido mucho en este 'boom'. 'Boom' que nace de dos vertientes distintas pero que convivían en el tiempo: el auge de los textos (poemas y cuentos) de autores anónimos en redes y el de esta poesía (digo poesía más allá de todas las polémicas y sobrenombres) que nace pegada a las nuevas generaciones de la música de autor. Me gusta mucho y conozco bien el mundo de la canción de autor y vi crecer este fenómeno desde que Marwan autopublicó su primer libro, pero era complicado y arriesgado para una gran editorial apostar por un género tabú como era por ese entonces la poesía. Digamos que era complicado explicar ese creciente éxito a gente ajena a todo este contexto».
Abrir el melón
Sin embargo, hubo algún visionario en Planeta que se atrevió a abrir el melón de la publicación a estos autores contratándole a Marwan 'Todos mis futuros son contigo'. Como poeta cree que «impresionó mucho a la industria que un libro independiente vendiera tal cantidad de libros. En mi caso, fui el primero en publicar con una gran editorial (Planeta) y después vino el resto. Supongo que el hecho de que un autor diera el paso hizo a las editoriales ver factible publicar a otros autores y a partir de ahí comenzó un movimiento que, a mi modo de ver, ha terminado siendo una locura, con demasiados libros publicados y demasiada prisa. La prisa siempre suele reducir la calidad».
En ese sentido, coincide con críticos literarios como Enrique Villagrasa, de la revista 'Librújula', que teme que «hay muchos autores que son flor de un día o como una cerilla, hay algunos que escriben, cantan y mueven muchos lectores que creo que no durarán. Pero de eso se encargarán los propios lectores, que, si van leyendo a otros, los pondrán en tela de juicio y se darán cuenta de si estos autores van evolucionando o no». Pone como ejemplo las reseñas que hizo de los poemarios de Carlos Miguel Cortés ('Inmortal') y Vanesa Martín ('Mujer océano'); el primero empezó publicando sus poemas en Twitter y la segunda es cantautora de éxito.
Pero, ¿es poesía todo lo que se publica?
Villagrasa observa que «se publica todo y parece que es poesía porque en la tapa pone poesía, pero no todo vale y caerá por su propio peso. Una cosa es poesía sujeta a ritmo, cincelando el lenguaje, versos que te llenan, todo bien encadenado, contándote una historia; y otra cosa son frases sueltas una encima de otra. La poesía tiene que estar sujeta a un ritmo que es distinto al de las canciones».
La editora de Verso&Cuento deja «a otros las nomenclaturas, pero personalmente le voy a llamar poesía y le voy a llamar relato, porque considero que a menudo nos perdemos en detalles... El hecho es que existe (guste más o menos a distintas personas) y el tiempo juzgará».
Para Marwan, «definir qué es o no poesía es muy difícil, porque cualquiera que tenga un buen bagaje como lector de poemas sabe que hay mil corrientes, desde la prosa poética, más basada en la belleza sencilla y el ritmo, hasta poetas realmente barrocos y oscuros, con una literatura muy compleja. Para mí, mientras lo que se escriba cree belleza o exprese cosas relativas a la vida y al ser humano me vale».
En esto también concuerda Villagrasa, para quien «el verso tiene que ser como un latigazo cerebral, una descarga eléctrica, y por eso es bueno que los autores escriban, que cambiemos los criterios».
Para ello, las editoriales siguen buscando por las redes a poetas (o no) con cantidad de seguidores que rompan los moldes, justifica Mónica Adán: «Encontremos donde encontremos a nuestros autores, los contratamos porque creemos en ellos, más allá de sus seguidores. Es evidente que el hecho de que hayan conseguido, con mucho trabajo y tesón por su parte, una base de seguidores es interesante y llamativo, pero no sólo por el potencial de venta sino porque, en un universo tan grande como es Internet y son las redes, encontrar a alguien válido sin pistas como pueda ser el aval de sus seguidores es como buscar una aguja en un pajar...».
Un ejemplo de autor descubierto por el sello Bridge es Julio C. Pérez, conocido en Twitter como Amarillo Indio, que hace «dibujos con texto, pero vamos, nada nuevo. Desde la tradición de las tiras clásicas hasta la típica viñeta del humorista gráfico». Lo que está claro es que no lo hace por seguir una moda sino que le sale de dentro, que al final, es lo que cuenta, como bien describe Marwan: «Tiendo a pensar que todos los que escribimos lo hacemos por amor a la escritura, porque nos conmueve, por expresarnos y juzgar esa necesidad en otra persona me parece terrible, lo haga bien o mal. Es una suerte que muchísima gente escriba y como se ha hecho toda la vida, hay gente que escribe bien y gente que no».
En opinión de Villagrasa, tampoco el hecho de ser comercial implica peor calidad, como demostró «Lope de Vega, que era odiado por todos, porque todo se vendía y se representaba, y todos sus contemporáneos querían ser como él; pero hay rigor, calidad, aparte de mucha cantidad, y eso ha llegado hasta nuestros días».
El tiempo dirá si lo que ahora nos parece una maravilla en realidad era puro onanismo de autores comerciales para lectores sin excesivo criterio poético publicado por editoriales con el mero afán de vender. La editora advierte que «se recibe de todo pero no todo se publica, eso es evidente. Sería mentira si dijera que el hecho de tener una base de seguidores no es importante, pero también digo que todo editor tiene unas líneas rojas». Marwan relativiza que «en la poesía siempre ha habido pajas mentales, incluso los poetas más consagrados las han escrito y es verdad que a veces uno tiene la sensación de que como se ha puesto de moda todo vale. Estoy seguro de que hay gente que lo piensa al leer mis poemas, que son pajas mentales. Otros piensan que no».
La cuestión es si se corre el riesgo de banalizar un género por excelencia elitista. Y Adán se muestra optimista: «Se corre la esperanza de bajar de la torre de mármol un género que no debería haber estado arriba siempre. Igual que en otros géneros conviven todo tipo de textos dirigidos a públicos más o menos amplios y con unas u otras aspiraciones, en poesía debería suceder lo mismo».
«Sencilla, fácil de leer»
Marwan es realista: «Todo lo que se consume en exceso y se hace sin una gran formación se suele banalizar. No es mi caso, ni todos los poetas que publican y venden mucho son poetas banales. Hay dos errores: pensar que todos los poetas que hoy venden escriben lo mismo, y creer que sólo existe una poesía, la que hoy vende. Y a su vez, también considero malo que la poesía esté en los altares y solo puedan acceder a ella unos pocos». Su búsqueda pasa por lograr un punto intermedio, que es, prosigue, «el que me conmueve, una poesía sencilla que trate de expresar la cotidianidad, la vida, las emociones, las luchas de todos los seres humanos sin quedarse en la superficie». Es equiparable con lo que Villagrasa denomina «la poesía de la cotidianediad, que es sencilla, fácil de leer, como la de Marcos Ana o Gloria Fuertes, a quienes hay que redescubrir».
Eso, desde luego, tiene tirón en un mundo en el que la gente lee cada vez menos y no pasa de los 140 caracteres. La editora Adán le saca el punto positivo de que «este auge de los textos cortos está consiguiendo lo que los planes de lectura oficiales no han conseguido en décadas: que los adolescentes y los jóvenes lean, que se compren libros que no les prescriben en el instituto y que incluso pidan a sus profesores analizar los poemas de los mismos. Podemos ponernos dignos o enfadarnos, pero creo que si la gente no lee a Becket o a Cernuda, o cualquier tipo de literatura que consideremos más 'seria', no es culpa ni de las redes ni de estos nuevos autores».
Marwan lo contextualiza según estudios científios: «Cada vez tenemos menos capacidad de leer textos largos y nos acostumbramos más a lo breve, que requiere mucha menor capacidad de concentración. Bajo ese punto de vista, encajan perfectamente los poemas y no me extrañaría que hubiera una gran correlación. La vida se está encapsulando demasiado y los poemas cortos son mensajes dentro de una cápsula».
Al final, como concluye el crítico Villagrasa, «es importante que la gente lea, no vamos a exigir que sea literatura seria, pero mientras sea en libro, y no tanto en las redes sociales, es positivo». La editora celebra: «Es extremadamente positivo... Sobre todo porque se lee. Y también porque por fin la poesía y los textos cortos dan dinero». Y el poeta apunta que «lo importante es que el lector lea cosas que le gusten y con una cierta calidad. No creo que todo valga para el lector, hay que exigir unos mínimos, una calidad, pero también opino que todo escritor tiene derecho a escribir y publicar lo que le apetezca».
Él lo ha hecho también con 'Apuntes sobre mi paso por el invierno' en Frida Ediciones, una editorial independiente con un catálogo de creadores que está vendiendo más de 10.000 ejemplares por título, publicando a grandes como Ismael Serrano, Máxim Huerta, Felipe Benítez Reyes, IsasaWeiss o Pablo Benavente, entre otros muchos. Otros apuestas editoriales muy potentes son Carlos Aurtenetxe, Isabel Bono, Miguel Gane, Irene G Punto, Holden Centeno, Abbey C., Izal, Patricia Benito o Karmelo C. Iribarren, Flavita Banana, Paula Bonet, Miguel Gallardo... ¡Prueben y lean!
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