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Así que pasen treinta años

Así que pasen treinta años

La poca repercusión que tuvo el relato con el que estrenó su carrera literaria, 'El húsar', no mermó su capacidad inventiva ni echó abajo su deseo de ser escritor

JOSÉ BELMONTE

Lunes, 31 de octubre 2016, 22:50

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No fue un fracaso rotundo, pero con su primera novela no consiguió vender más allá de unos pocos cientos de ejemplares. Amén de que la crítica, para la ocasión, se puso de perfil y miró hacia el otro lado a pesar de que, por entonces, Arturo Pérez-Reverte era ya un conocido, prestigioso y experimentado reportero de guerra que, desde el escenario mismo del conflicto, al pie del cañón, esquivando balas y a la propia muerte, se asomaba con frecuencia a los telediarios en la hora de mayor audiencia.

La poca repercusión que tuvo el relato con el que estrenó su carrera literaria, 'El húsar', que cumple ahora treinta años, no mermó su capacidad inventiva ni echó abajo su deseo de ser escritor. Fue, por el contrario, un acicate. Una constatación de que iba por el camino acertado. Quien la sigue la consigue. 'El maestro de esgrima', aparecida solo dos años después, es ya una apuesta seria, una obra más ambiciosa y templada. Aun así, también tuvo sus dificultades para ser publicada. El prestigioso editor Jorge Herralde ha manifestado públicamente que fue él quien rechazó la novela para ser editada en Anagrama. Aparece en Mondadori, en una bonita edición, con una portada a base de esgrimistas -las portadas siempre han sido muy cuidadas por Reverte, una de sus mayores debilidades-, y es saludada con entusiasmo por la crítica, que empieza a tomarse en serio el intento de su autor, periodista un tanto osado, por hacerse un sitio entre los narradores de entonces: Muñoz Molina, Javier Marías, Julio Llamazares, Luis Mateo Díez y compañía.

Planteamiento, nudo y desenlace

En 1990, con 'La tabla de Flandes', comienza el imparable y vertiginoso despegue del escritor cartagenero, que saborea por fin las mieles del triunfo. Ahora, inesperadamente, se unen a la causa decenas de miles de lectores, entusiastas de la prosa de un narrador de corte clásico, seguidor de Dumas y Galdós, cuyo estilo, no sin cierto asomo de chulería sana, él mismo resume con estas palabras: «Planteamiento, nudo, desenlace, las comas en su sitio, y sujeto, verbo y predicado. Y contar historias en las que pasen cosas. Y que esas cosas interesen a la gente». ¿Para qué más?

A la tercera fue la vencida. Cuando Reverte está a punto de cumplir los cuarenta. En esos tres primeros relatos se encierra toda la poética del escritor: el cuidado por la ambientación histórica, la creación de personajes -como don Jaime Astarloa en 'El maestro de esgrima'- de hondo calado, la exquisita corrección en la escritura, sus dotes para la intriga y esa manera tan particular de mantener en vilo al lector desde el arranque mismo de las historias que plantea. Escribe -él mismo lo ha expresado de esa manera en más de una ocasión- las novelas que a él le hubiera gustado leer. Y en ello radica buena parte del secreto de su buena fama.

Lo demás vino rodado, de éxito en éxito, con millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y entre las culturas más lejanas y diversas: 'El club Dumas', 'La piel del tambor', 'La carta esférica', 'La Reina del Sur', 'El pintor de batallas', 'El asedio', 'El tango de la Guardia Vieja' 'Hombres buenos'... Sin olvidar esos otros títulos que atesoran una incuestionable calidad: desde ese relato breve repleto de humor y gracia como es 'La sombra del águila', el favorito de Andrés Amorós, hasta la difícil apuesta con 'Cabo Trafalgar', la novela con la que rinde homenaje a uno de sus más queridos maestros, don Benito Pérez Galdós.

No queda sino batirse

Poco después de la publicación de 'La piel del tambor' se lanza, en 1996, la primera entrega del capitán Alatriste. Parece que fue ayer, pero han pasado veinte años. Fue una arriesgada apuesta personal en la que ni siquiera el propio autor confiaba en exceso. De hecho es un libro un tanto raro, poco común en esta época, de corte clásico, como las novelas de aventuras tan típicas del XIX, y con un lenguaje arcaizante, cercano a la época que describe, el Barroco español. Y por si ello fuera poco, el personaje que da nombre a la serie no es, precisamente, un modelo en el que poder mirarse los más jóvenes. Se trata de un tipo pendenciero, un espadachín a sueldo y sin escrúpulos con un código de honor difícil de comprender.

La escritura de la saga del capitán Alatriste no fue un capricho de Pérez-Reverte, sino la mejor manera de contrarrestar el injusto olvido de una época de luces y sombras, gloriosa como ninguna otra en el terreno de las artes y de las letras. Con estupor observó en los libros de Ciencias Sociales de su hija Carlota que los siglos de Oro solo ocupaban un par páginas. Y decidió contribuir a la causa. Poner en pie toda una época y dar nueva vida a personajes como Quevedo, Lope y Velázquez. No quedaba sino batirse, como pone en boca del mejor sonetista español de todos los tiempos.

Alatriste también tendría su película. Un filme ambicioso, el más caro de la historia del cine español por entonces, pero que no le haría justicia al texto revertiano, mucho más rico y profundo. También se transforman en materia fílmica novelas como 'El maestro de esgrima', un producto más que digno a cargo de Pedro Olea, con una destacada actuación del actor italiano Omero Antonutti, 'La tabla de Flandes', 'El club Dumas' -titulado 'La novena puerta', con dirección de Roman Polanski, que no entendió el sentido del texto literario-, 'Territorio Comanche', 'La carta esférica' y 'Un asunto de honor', donde destaca un soberbio Sancho Gracia, cagándose en los muertos más frescos de su oponente, Jorge Perugorría.

El cine no le ha hecho ningún favor a la literatura de Pérez-Reverte. Tampoco le ha perjudicado. Cada cosa en su sitio. El propio escritor ha insistido todo lo posible para que nadie se confunda: «Una vez que vendes los derechos de la novela, lo que hagan nada tiene que ver con tu literatura. Son mundos aparte».

Arturo Pérez-Reverte, que, avanzado el siglo XXI, es uno de los escritores en lengua española más leídos, estudiados -hay decenas de tesis doctorales sobre sus libros, y centenares de 'revertistas' distribuidos por medio mundo- y traducidos en los cinco continentes, ha inaugurado recientemente un nuevo ciclo literario que promete tanto o más que el del propio Alatriste: 'Falcó', un relato ambientado durante los años de la Guerra Civil española, con la presencia de un personaje, que ha venido para quedarse, de enorme complejidad y que, sin duda alguna, va a despertar entre los lectores amor y odio a partes iguales.

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