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La crisis y sus miserias

La crisis y sus miserias

En 'Crematorio' (2007), su penúltima novela, Rafael Chirbes, daba voz a un arquitecto que se había enriquecido al socaire del pelotazo urbanístico y de la especulación inmobiliaria en la costa valenciana, de las recalificaciones fraudulentas y de la corrupción creciente de algunos políticos locales. Aquella bonanza que hizo olvidar a demasiados que vivíamos en un país de mediana importancia que había sufrido una dictadura muy particular y que estaba aquejado de ofuscación engañosa, que era también fruto de burbujas varias que nos hacían creer que pertenecíamos a una sociedad rica, eficiente y moderna. 'En la orilla' Chirbes muestra la cara oculta del discurso que configuraba 'Crematorio', dando la voz a un sobrio carpintero que en sus años mozos había tenido vocación de ebanista y que, entre tanto setentón y soltero todavía, había cedido en su madurez a la tentación del dinero fácil.

J. M. LÓPEZ DE ABIADA

Viernes, 17 de junio 2016, 08:06

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Narrada en primera y tercera persona, flanqueadas por monólogos interiores y una gavilla de voces intermitentes que van perfilando en filigrana figuras de un mural cumplido que configura un microespacio cercano a Benidorm, zarandeado por el desplome del negocio inmobiliario. Es el final de la vida activa de Esteban y de la pequeña empresa familiar fundada por su abuelo y mantenida por su padre, muy mayor y necesitado de los cuidados continuos de la sufrida Liliana y el propio hijo, mera exuberancia improductiva desde que quebró el taller y precintaron las puertas por miedo a que se deshiciera de máquinas y herramientas.

Un preámbulo ('El hallazgo', págs. 11-26) y una indicación temporal (26 de diciembre de 2010, día de San Esteban, patrono de los talladores de piedra) abren la novela. El hallazgo es una piltrafa que se disputan dos perros asilvestrados en la orilla de un pantano convertido en vertedero de la localidad de La Marina, que el lector ya conoce de obras precedentes del autor. El desenlace ('Éxodo', págs. 427-437) reproduce las reflexiones de Tomás Pedrós, el socio que arruinó al carpintero, que disfruta lejos de casa de las ganancias que le aportaron las promociones inmobiliarias. Enfundado entre ambos microtextos, el corpus de la novela propiamente dicha, el tratado del cuerpo de la crisis y sus miserias y podredumbres (término que aparece con cierta frecuencia en la novela). Y las voces del coro de los perdedores, arropadas por ecos de textos de autores memorables y sostenidas por motivos y temas universales en la mejor tradición del realismo, que Chirbes cultiva desde su primera novela, 'Mimoun' (1988, finalista del VI Premio Herralde de Novela) y corona con 'La larga marcha' (1996, ejemplo mayor de novela de sus novelas).

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