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Y tú... ¿qué escondes?

'Mi verdadera historia' es una novela de iniciación y aprendizaje dirigida a un público adolescente

MANUEL CIFO

Lunes, 20 de noviembre 2017, 22:01

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Yo escribo porque mi padre leía». Así comienza la última novela de Juan José Millás, escrita en primera persona y de forma retrospectiva por un joven que relata ahora lo que anteriormente no se había atrevido a contar, retrotrayéndose a los doce años, cuando aún se orinaba en la cama y decidió suicidarse tirándose desde un puente de la autopista; pero, antes de hacerlo, quiso probar con una canica gorda de cristal, para ver el efecto que producía. Lo que provocó fue un terrible accidente en el que murió una familia, excepto una niña de su misma edad, que quedó gravemente herida. Aunque lo peor de todo fue el sentimiento de culpabilidad que arrastrará durante toda su vida, no solo por esas muertes y porque Irene haya quedado coja y con la cara marcada por terribles cicatrices, sino, sobre todo, porque se sentirá responsable de que sus padres dejaran de quererse y se divorciaran. Por todo ello y, como una forma de purgar su culpa, decide acercarse a Irene, con la que establece una relación amorosa, al tiempo que empieza a leer («leer es, para mi madre, la garantía de una vida de orden», p. 22) y a escribir un libro sobre el accidente, con el que expulsar sus fantasmas interiores. Unos fantasmas que quiere compartir con sus lectores, quienes también tienen sus propios secretos y a los continuamente apela en segunda persona, ya desde el subtítulo: 'Y tú... ¿qué escondes?'.

Con estos mimbres, Juan José Millás elabora una novela de iniciación o aprendizaje, dirigida a un público adolescente, que es el que, en teoría, mejor puede identificarse con esa etapa del paso de la niñez a la pubertad. Una novela con pocas páginas, con un alto grado de morbosidad, que se ajusta perfectamente al concepto de «novela insecto» de la que suele hablar el autor: una novela sencilla y compleja a la vez, que no necesita de contextos espacio-temporales y que persigue una cierta intemporalidad o, si se quiere, una pervivencia temporal que trascienda circunstancias o momentos concretos. Una novela, por tanto, en la que los lectores encontrarán asuntos aparentemente manidos, por reales, como las relaciones paternofiliales, el amor, la religión o el destino, junto con elementos ficticios y reflexiones de carácter metaliterario cargadas de humor e ironía, tanto cuando el narrador se identifica con los libros que lee su padre, especialmente Crimen y castigo y El idiota, como cuando afirma que &ldquoescribir era un modo respetable de seguir meándose en la cama&rdquo (p. 50) o que el vínculo que une al escritor y al lector es el mismo que el de quien moja las sábanas y quien hace la cama (p. 61).

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