Borrar

Muertos o algo peor

JOSÉ BELMONTE

Lunes, 17 de octubre 2016, 22:32

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Jack London, el mismo Jack London que en los primeros años del siglo XX publicó títulos tan representativos como 'La llamada de la selva' y 'Colmillo blanco', siendo aún veinteañero, feliz e indocumentado, que diría García Márquez, se aventuró en una empresa que bien pudo costarle la vida. Llevado por la leyenda del Jack 'el Destripador', que alcanzó dimensiones incalculables, quiso ver con sus propios ojos el escenario en donde había operado este cirujano carnicero que durante unos años puso en jaque a toda la sociedad británica con sus desmadres. La crónica, la «apasionada crónica», como la llama Iain Sinclair en el prólogo, va más allá de la anécdota y se convierte, por mor de un estilo potente y una prosa ágil y trepidante, en un reportaje periodístico de primera magnitud con el que London retrata, sin cortarse un pelo, sin ahorrarse detalle alguno, una zona impracticable y peligrosa de Londres, el famoso East End, auténtico territorio comanche por donde paseaban su cuerpo sarnoso y casi transparente por el hambre casi medio millón de pobres de solemnidad.

London se viste con ropas apropiadas. Y, por si acaso, entre las costuras de sus harapos se cose un par de monedas de oro, porque teme no poder salir del arroyo y tener que buscar un punto de retirada, un clavo ardiendo al que agarrarse. Así pues, en el verano de 1902, Jack London, a pleno pulmón, sin oxígeno ni escafandra, se adentra en el submundo de la capital inglesa para percatarse de lo que se cuenta allende los mares, en los Estados Unidos, de esta zona repleta de zombis, de muertos vivientes o algo peor. Se convierte así, como él mismo escribe en su crónica, en el loco americano que quería ver el East End. Y no es para menos. El valor de la vida se abarata en función de la ropa que uno viste. Y la de London no vale ni un real. Se trata, en fin, de un texto apasionado, de enorme y desolada belleza, que hoy, siglo y pico después, si echamos un vistazo a lo que está pasando por el mundo, sigue vigente.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios