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Trilogía del Baztán

Elige Dolores Redondo esta comarca Navarra para su trilogía y no lo hace por mero capricho, sino porque el paisaje forma parte de su trinidad narrativa, el propio río y los bosques aledaños conforman algo más que un simple espacio, tienen también rango de personaje. Los otros dos vértices del triángulo son los antecedentes familiares de la inspectora Amaia Salazar, y la investigación de la que la hacen responsable, a pesar de las envidias que eso provoca en algunos de sus compañeros. No es extraño que los derechos cinematográficos de la novela fueran comprados antes incluso de que viera la luz, porque la prosa de Redondo es tan dinámica como atractiva, y sabe tomarse los respiros necesarios para no saturar al lector y para que el interés por la trama no decaiga en ningún momento. Una trama que, además, tiene una potencia considerable, puesto que la aparición de varias niñas estranguladas y con el pubis rasurado, sobre el cual reposa un típico dulce local, es un imán para cualquier aficionado a las buenas tramas de misterio. Dolores Redondo perfecciona el 'thriller' sin que se le pueda acusar de localista por elegir un entorno rural, un riesgo que no todos los autores están dispuestos a correr.

ANTONIO PARRA SANZ

Viernes, 17 de junio 2016, 08:27

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Elige Dolores Redondo esta comarca Navarra para su trilogía y no lo hace por mero capricho, sino porque el paisaje forma parte de su trinidad narrativa, el propio río y los bosques aledaños conforman algo más que un simple espacio, tienen también rango de personaje. Los otros dos vértices del triángulo son los antecedentes familiares de la inspectora Amaia Salazar, y la investigación de la que la hacen responsable, a pesar de las envidias que eso provoca en algunos de sus compañeros.

No es extraño que los derechos cinematográficos de la novela fueran comprados antes incluso de que viera la luz, porque la prosa de Redondo es tan dinámica como atractiva, y sabe tomarse los respiros necesarios para no saturar al lector y para que el interés por la trama no decaiga en ningún momento. Una trama que, además, tiene una potencia considerable, puesto que la aparición de varias niñas estranguladas y con el pubis rasurado, sobre el cual reposa un típico dulce local, es un imán para cualquier aficionado a las buenas tramas de misterio. Dolores Redondo perfecciona el 'thriller' sin que se le pueda acusar de localista por elegir un entorno rural, un riesgo que no todos los autores están dispuestos a correr.

Salazar es una policía intuitiva, con alguna visita realizada al Quantico del FBI, una mujer inquieta, exhaustiva y perfeccionista, pero con un instinto visceral que luchará contra las injerencias profesionales y las ancestrales costumbres que pueblan los bosques de Elizondo, su localidad natal. El camino para las dos entregas siguientes ya está marcado, y no con malos cimientos, todo lo contrario, la destreza de Dolores Redondo permite una lectura fresca, aun cuando a veces algún tópico se le escape con evidencias más que ciertas. Pero el ritmo de la novela es bueno y la conducción del lector apropiada para que quiera saber más, incluso para que, como su protagonista, no pueda dormir hasta conocer el final.

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