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LA VERDAD
Viernes, 17 de junio 2016, 08:01
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Que Antonio Gómez Fayrén confiese que el Museo Salzillo ha llegado a vislumbrar una rayo de luz al final del túnel, pese a que ha estado a punto de hallarse en idéntica situación a la del Museo de la Catedral -cerrado, por no recibir las subvenciones prometidas- es muy animoso. El cierre por la deuda acumulada hubiese sido un revés tremendamente doloroso para el propio museo e inexplicable para turistas y para una ciudad que presume de las obras que en él se exponen, como uno de los más preciados tesoros que conserva. En este proceso de superación, la personalidad y el influjo de Gómez Fayrén habrán supuesto una respetable contribución. Que siga incansable.
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