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Juan Francisco Nicolás, jefe de Prevención de Riesgos Laborales de la UMU. V. Vicéns
Prevenir accidentes en la Universidad

Prevenir accidentes en la Universidad

El gran número de personas que la componen, la cantidad de servicios y dependencias que la forman y la estricta normativa a la que se somete hacen que el servicio que vigila los riesgos laborales de la UMU se enfrente a un reto de gran dificultad

MARÍA JOSÉ MORENO

Lunes, 27 de noviembre 2017, 21:49

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Las universidades, como entidades en sí mismas, bien podrían ser consideradas un Estado o nación. Su compleja estructura, claramente jerarquizada (tanto vertical, como horizontalmente) y funcional, gracias a un sistema de órganos de participación y gobierno (unipersonales y colegiados), en los que las funciones están definidas y coordinadas, se le añade un elemento más de complejidad, al contar como materia prima y primordial con las personas: alumnos y personal dedicado a la docencia e investigación, entre otras muchas labores, distribuidos en Campus y edificios de distinto uso y aplicabilidad.

En este marco de complejidad, las políticas y medidas adoptadas en materia de prevención de riesgos son más extensibles, si cabe, que en otro tipo de empresas u organismos. Aunque en un modelo como es el de la Universidad de Murcia, con más de 3.800 trabajadores, repartidos en cinco campus con más de 70 edificios, asegurar que se llegan a cubrir todas las necesidades de manera óptima resulta muy pretencioso. Máxime si se tiene en cuenta que junto a la propia actividad de la Universidad de Murcia desarrollan su actividad propia gran cantidad de empresas, con las que es necesario coordinarse en materia de prevención.

Desde 1999, la UMU cuenta con un servicio de prevención de riesgos laborales que atiende las cuatro especialidades preventivas: medicina del trabajo, seguridad industrial, higiene industrial y ergonomía y psicosociología aplicada. Allí trabaja, junto a otros cinco componentes del servicio, Juan Francisco Nicolás como jefe de la sección de Prevención de Riesgos Laborales. Este asegura que «cada nuevo curso se pone en marcha un plan de formación en prevención de riesgos laborales destinado al personal universitario, donde se intenta abarcar tanto a la formación en riesgos específicos de los puestos de trabajo, como los generales, como elemento imprescindible en la integración de una verdadera cultura de la prevención».

«Los científicos son los responsables del material que adquieren y están al tanto de las medidas que se deben tomar al respecto», afirma Juan Francisco Nicolás

Cada nuevo curso, la UMU pone en marcha un plan de formación en prevención de riesgos laborales destinado al personal

En definitiva, se trata de integrar en el proceso técnico-productivo (docencia e investigación), la cultura y el hábito preventivo. Al mismo tiempo, el servicio colabora con la unidad técnica en la implantación de los planes de emergencia de los edificios, en los simulacros y las juntas de autoprotección, así como en la señalización de seguridad en los edificios.

Porque, como explica Nicolás, «en la estructura preventiva, una parte importantísima es la participación. La estructura preventiva no tiene sentido sin ella, eso es pieza clave. De esta forma el personal se involucra en el proceso preventivo, canalizando sus reivindicaciones y propuestas a través de los delegados de Prevención nombrados por los sindicatos, así como del Comité de Seguridad y Salud, que en la Universidad de Murcia está compuesto por 26 personas que se reúnen periódicamente y debaten políticas de prevención y planes y proyectos específicos, donde se informa de aspectos tales como la siniestralidad, etc.».

Casos singulares

La Universidad de Murcia cuenta, además, con la particularidad de disponer de instalaciones singulares como son el edificio del Laboratorio de Investigación Biosanitaria (LAIB), en colaboración con el Instituto de Investigación Biosanitaria (IMIB), en el que también trabaja personal del Hospital universitario Virgen de la Arrixaca y en el que se ha dotado de una sección del Servicio de Animales de Laboratorio; o el almacén de productos químicos ubicado en la Facultad de Química y que se ha construido de manera anexa; así como, la granja veterinaria o el Hospital Clínico Veterinario Universitario, donde recientemente se ha implantado un proyecto general de bioseguridad, abarcando también la facultad. Todos ellos con unas características muy singularess y unas necesidades en materia de prevención de riesgos laborales particulares.

Como es evidente, de la labor científica e investigadora, en las universidades se generan residuos que en ocasiones pueden necesitar ser tratados de un modo determinado. Es lo que ocurre con los residuos químicos, radioactivos o las muestras biológicas, por mencionar algunos. A ese respecto, Juan Francisco Nicolás señala que «los científicos son los responsables del material que adquieren y están al tanto de las medidas que se deben tomar al respecto, es decir, disponen de su propia autonomía. Eso no quiere decir que puedan actuar sin control. En el caso, por ejemplo, del material radioactivo, existe un Servicio de Radioprotección y Residuos encargado del control de toda la parte referida al mismo tanto a nivel de manipulación como de su eliminación, se trata de algo protocolizado cuyas instrucciones están marcadas por distintas normativas del Centro Nacional de la Energía Nuclear».

Casos similares se dan con el material generado o utilizado en la investigación en el campo de la bioseguridad (en los distintos centros), del que se responde directamente ante los órganos de la administración competentes en esa materia.

Uso de cadáveres

En las prácticas de anatomía de la facultades de Ciencias de la Salud es necesario el empleo de cadáveres humanos. Tras la donación de los mismos, una vez que pertenecen a la Universidad, los protocolos sujetos a normas de ética y dignidad son exhaustivos.

«El Comité de Bioética de la Universidad de Murcia debe dar el visto bueno a todas aquellas materias relacionadas con las implicaciones éticas y sociales de la Biomedicina y Ciencias de la Salud, en lo relacionado tanto a las personas como a los animales», según el jefe de la sección de Prevención de Riesgos Laborales.

«Para su correcta conservación y garantizar las condiciones óptimas del personal que los manipula, se emplean diversas técnicas. En el caso de las personas se utiliza formaldehido, mientras que para los animales se han decantado por la plastinación», añade Nicolás.

Experimentos

En materia de investigación con animales se ocupa de forma central el Servicio de Animales de Laboratorios, con instalaciones punteras, donde existe un personal autorizado para asuntos relacionado con la zoonosis, el trato adecuado dentro de la ética y el respeto al animal para no hacerlo sufrir. «Todo eso está protocolizado y canalizado por ese servicio, que es interfacultativo, es decir, como servicio centralizado, suministra y presta servicio a todas aquellas facultades, departamentos y servicios de investigación. De otro lado, existen convenios con firmas comerciales, con el fin de que puedan realizar en ella su investigación al tiempo que los alumnos de la UMU se forman durante la misma», como explica Juan Francisco Nicolás.

Especialmente orgulloso se muestra en torno al proyecto de excelencia y seguridad que abarca el conjunto de la Facultad de Veterinaria y que las actividades formativas prácticas, asistenciales y de investigación llevadas a cabo en el ámbito de los planes de estudios de veterinaria presentan un componente diferencial con otros estudios como es la exposición a peligros de tipo físico, químico y especialmente biológico. Los animales están en contacto con el medio ambiente y son portadores de agentes potencialmente contaminantes. Asimismo, el cuidado incorrecto de animales puede significar estar en riesgo de exposición a zoonosis, enfermedades infecciosas que se propagan de los animales a los seres humanos, así como en los procesos de investigación en los laboratorios.

«Por todo ello -recuerda el jefe de la sección de Prevención de Riesgos Laborales- se está trabajando en un proyecto europeo, financiado por la UMU, en el que se está involucrado directamente el personal y en el que se están recogiendo todas las necesidades en materia de prevención de riesgos laborales, con su ayuda y atendiendo a sus necesidades y exigencias con el objetivo de crear un comportamiento o hábito de abajo hacia arriba que, una vez desarrollado, permita su seguimiento y cumplimiento de manera fácil y efectiva».

Se trata, en resumen, de un protocolo pormenorizado en el que, de manera pionera, se van a recoger todos los puntos importantes a tener en cuenta a la hora de trabajar de forma segura y productiva en la Facultad de Veterinaria, y que servirá de modelo para otras facultades, implicando al alumnado en estas estrategias preventivas y de bioseguridad.

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