Secciones
Servicios
Destacamos
MARÍA JOSÉ MORENO
Martes, 12 de julio 2016, 01:28
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Las playas representan escenarios vivos, en simbiosis con el entorno y con las actividades medioambientales y humanas que se desarrollan en el mismo. En la Región de Murcia, alrededor de 200 kilómetros de costa recorren la frontera con el Mediterráneo y hacen las delicias de unos cinco millones de turistas cada año, llegados tanto desde el extranjero como del interior del país y de la propia comunidad autónoma.
A nadie escapa que algunas zonas han cambiado sobremanera en las últimas décadas. Quizá lo más evidente es que en muchas de ellas se han perdido metros de arena, lo que ha llevado incluso a que se tengan que rellenar artificialmente en las semanas previas al arranque de la temporada estival.
Lo cierto es que no se trata de una apreciación sin fundamento, sino que responde a una realidad que queda reflejada en la tesis doctoral de Daniel Ibarra, donde ha estudiado la evolución costera de este lugar entre 1956 y 2013, y de la que se desprende, entre otras consideraciones, que «en la zona de Marina de Cope se ha dado un retroceso de hasta 40 metros y el caso de La Llana (San Pedro del Pinatar) es otro de los más evidentes aunque, por ejemplo, en Calblanque la playa está en equilibrio», explica el experto.
Francisco Belmonte, profesor del Área de Geografía Física de la Universidad de Murcia, ha dirigido el trabajo y apunta que «en la Región de Murcia no todas las playas se han visto reducidas, pero sí hay algunos casos muy evidentes que además se deben a causas muy concretas, que merece la pena tener en consideración para que no se repita en otras áreas». Se refiere, principalmente, a dos motivos: algunas construcciones que impiden el transporte de sedimentos y los cambios de uso del suelo en determinadas localizaciones.
«Hay algo a tener en cuenta en las playas de la Región y es que su alimento, la arena, procede de cuencas de drenaje (ríos y ramblas) que hacia el sur se limita a ramblas costeras que son muy pequeñas y han alimentado las playas de forma intermitente. El mar recoge esos sedimentos y los distribuye», apunta.
Y añade que «antes de la década de los 80, la agricultura en toda esa zona del sur de la Región era de subsistencia, pero con la llegada del Trasvase del Tajo, fundamentalmente en la cuenca del Mar Menor comienza a desarrollarse este sector y se va extendiendo a la zona sur (Águilas y Marina de Cope) donde, al recibir agua, se potencia el cultivo de alto rendimiento, el cual lleva asociada la instalación de invernaderos en las franjas de terreno más llano, a veces en ramblas».
Todos esos cambios en los usos del suelo han provocado que los pocos episodios de precipitación intensa, que son capaces de llevar sedimentos al mar, se encuentren con obstáculos que impiden hacerlos llegar.
Por otro lado, en las playas del norte (como la de La Manga) el problema está en que desde la década de los 70 el río Segura no llega al mar y esto hace que la alimentación de todas las calas desde Guardamar del Segura hasta Cabo de Palos se haya visto reducida. «A eso hay que sumarle la construcción de obstáculos artificiales, como el Puerto de San Pedro del Pinatar, a principios del siglo XX, que entorpecen la dinámica de las corrientes de norte a sur e impide que se transporten sedimentos», según comenta el director de la tesis.
El método
Para llegar a esas conclusiones, el investigador utilizó fotos aéreas de las costas de la Región de Murcia desde 1956, momento en el que se toma la instantánea conocida como del vuelo americano, ya que fue realizada por un avión estadounidense, y que cuenta con una calidad excepcional.
«Con el fin de poder comparar todas las imágenes de manera adecuada ha sido necesario un exhaustivo trabajo de digitalización de datos que nos ha permitido extraer exactamente la misma información de cada una de ellas», asegura Ibarra.
Para ello se ha empleado un soporte estándar conocido como SIG (Servicios de Información Geográfica). «En primer lugar -explica-, fue necesario determinar qué proporción de playa se iba a medir y se escogió el momento exacto en el que rompía el tren de olas más cercano a la arena y el fin de la playa se determinó como la zona donde aparece la vegetación (porque ahí el suelo deja de ser arena para estar compuesto de otros elementos) o las zonas de dunas».
Posteriormente, el equipo digitalizó los usos del suelo: agrícolas, urbanos, etc. Atendiendo especialmente a aquellos que creen que van a cambiar más y los que piensan que pueden afectar con mayor incidencia al desarrollo de las playas. Con todos esos datos ya disponían de unos mapas a los que más tarde sumaron las cuencas y las ramblas y, tras un primer trabajo más sencillo, entraron de lleno en un análisis con muchas más variables que les ha llevado a alcanzar sus conclusiones.
Soluciones
«A día de hoy -explica el investigador- es muy complicado determinar qué cambios de usos del suelo se puedan dar en el futuro, y proponer que se dé marcha atrás con las construcciones que ya están en marcha no sería lógico porque, además de que no es factible, también esos movimientos tendrían una repercusión medioambiental. Además cada caso hay que estudairlo de manera particular porque no se puede generalizar».
Dicho esto, en la tesis doctoral lo que se propone es que se preste especial cuidado a las zonas de dunas y en adelante se tengan en cuenta los resultados para no generar problemas en otras playas de la Región de Murcia. Así pues, habría que realizar mayores controles a la hora de considerar cambios de usos del suelo, y en el caso de la construcción de nuevos puertos u otros obstáculos artificiales, que estos se desarrollen hacia el interior de la tierra y no hacia el mar, de modo que no afecten a las corrientes marinas que son, en última instancia, las responsables del traslado de sedimentos.
El siguiente paso ha sido llevar a cabo una investigación sobre cómo va a afectar el cambio climático a las costas de la Región de Murcia, puesto que, por el momento, el retroceso de la arena se debe a otros factores pero, como ya han podido saber los investigadores, «se estima que en el peor de los escenarios, en el periodo 2080-2100 el nivel del mar podría aumentar hasta 60 cm».
Atendiendo a ese dato, Daniel Ibarra apunta que «no todas las playas se verían afectadas del mismo modo, sino que aquellas cuya pendiente es más ligera sufrirán peores consecuencias ya que el aumento del nivel del mar llevaría a que el agua se adentrase más hacia la arena». Además, ese incremento de agua en los océanos también llevaría a que los temporales afectasen de manera más agresiva a las playas, ya que el oleaje también alcanzaría zonas más amplias que a las que llega actualmente.
Por otro lado, apunta a la posidonia como otro elemento al que hay que prestar especial atención: «Es muy delicada pero su papel es fundamental para el cuidado de las costas. Uno de los efectos más importantes es que hace que los temporales sean menos dañinos ya que frenan la velocidad con que el agua alcanza la costa. Por otro lado, sus raíces ayudan a mantener el fondo marino e Incluso cuando mueren y se depositan en las orillas hacen las veces de manto protector que evita la erosión».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.