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José Manuel Ballester, en Verónicas, delante de su obra 'Escuela de Atenas'. Nacho garcía / agm
José Manuel Ballester: «No me dejo llevar por la resignación»

José Manuel Ballester: «No me dejo llevar por la resignación»

El pintor y fotógrafo madrileño presenta en Murcia, en la sala de exposiciones de la iglesia desacralizada de Verónicas, la muestra 'Entre la ficción y la realidad', un viaje cautivador por escenarios arquitectónicos vacíos y célebres imágenes pictóricas de la Historia del Arte, como 'La escuela de Atenas', de Rafael, y 'La Primavera', de Botticelli, de las que el artista ha suprimido a los personajes. Una exposición para soñar en silencio

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Martes, 12 de junio 2018

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«Me interesa mucho la presencia del vacío, la referencia a la nada a través de lo que se puede ver, a través de la aparente ausencia de secuencias temporales, y que estas ausencias sean el relato de la escena», dice el pintor y fotógrafo José Manuel Ballester (Madrid, 1960), quien hasta el 22 de julio presenta en Murcia, en la sala de exposiciones de la desacralizada iglesia de Verónicas, su exposición 'Entre la ficción y la realidad'. En esta ocasión, ofrece al espectador una selección de sus trabajos fotográficos -fundamentalmente impresiones digitales sobre lienzo- de los últimos años, nada de dibujos, ni de sus atractivas instalaciones. Una exposición sobre lugares vacíos, arquitecturas bellísimas y eternas, silencios que se convierten en himnos al olvido o a las nuevas voces y cánticos que el futuro traerá, jardines tan de ensueño como el Edén, pero donde no hay huella de Adán y Eva, ni de fanáticos, sumisos, violentos, héroes, ni bebés amarrados como cachorros de león a los pechos de sus madres. Una exposición que integra en sí misma, como otro espacio arquitectónico más de calidades y curvas extraordinarias, al propio espacio de Verónicas, apenas iluminado para la ocasión al modo de una llama que languidece. Todo muy sencillo. Toque misterioso. Todo abierto a que el espectador lo llene con su respiración, su pulso, sus latidos, su imaginación, sus deseos de volar altísimo, su sed de conocimiento, su curiosidad por los nidos que se esconden entre los árboles, su admiración por Goya, por Velázquez, por El Bosco, por Botticelli...

Esta exposición de Ballester es un desafío para quienes la contemplan: les sitúa frente a sus conocimientos artísticos, su sensibilidad, su capacidad de extrañeza, su capacidad saludable para manejarse entre imágenes sin ruido alguno, ni música de fondo, que acompañen su recorrido. Y es también un cementerio de ausencias, un camposanto sin almas en descanso, un nuevo mundo por poblar, por crear de nuevo, por restaurar, una naturaleza que espera ser conservada, una luz que reclamará aire puro por compañía.

Originalidad. Investigación. Minuciosidad. Paciencia. Admiración por los grandes maestros. Con estos materiales teje Ballester su universo de obras que se empeñan en mostrar nuevos ángulos de la realidad, otras interpretaciones de lo que ya damos por sabido. Hay en esta muestra abandono y naturaleza, explosión de geometrías y una precisión de relojero en el acabado de las piezas.

«La voluntad es uno de los tesoros de la condición humana, contamos con ella para abordar mejor los momentos difíciles»

-¿Qué caracteriza a esta exposición?

-Que deja total libertad a la mirada del espectador.

José Manuel Ballester fue devoto en sus orígenes de la técnica de las escuelas italiana y flamenca de los siglos XV y XVIII, y su obra fue viajando de un todopoderoso realismo a un lenguaje más personal, incluso minimalista. Desde la década de los 90, se centra básicamente en imágenes de arquitecturas contemporáneas sin presencias humanas, dejando paso en su trabajo a la técnica fotográfica, actualmente su medio de expresión predominante. Le atraen los espacios industriales, los museos en obras, los viajes a países por los que siente una especial fascinación, como es el caso de China... Y, siempre, regresa al inigualable universo propio de Veermer, Fra Angélico, El Bosco, Leonardo da Vinci, El Greco... En Verónicas puede contemplarse, adaptada a este espacio y presidiendo la sala como un sagrario laico en homenaje a todos los sabios de la Historia, su obra 'Escuela de Atenas', basada en el célebre fresco de Rafael situado en los Museos Vaticanos, pero del que ha exiliado a Platón, Aristóteles, Sócrates, Heráclito, Averroes... Y, frente a ella, la maravillosa 'Primavera', recreación de la obra de Botticelli que sigue siendo venerada en la Galería de los Uffizi, y de la que de nuevo ha suprimido todo rastro humano y divino, incluido el vuelo del querubín dorado que aporta todavía más magia a ese Jardín de las Espérides sumamente tentador.

«Creo que, de alguna manera, a lo que yo me resisto es a morir, que es el destino que nos espera. Mi naturaleza se resiste a que llegue la muerte»

«El arte me ha regalado la sensación de que mi trabajo tiene un sentido y puede llegar a ser útil para mí como individuo, y espero que útil también para la sociedad a la que pertenezco», dice el artista, para quien «la realidad es la ficción más convincente y la más aceptada como tal». No obstante, «no deja de ser una ficción más, y el arte puede demostrar que otras ficciones pueden llegar a tener tanto o mas peso que la propia realidad; y eso nos enriquece y nos puede preparar mejor para asumirla y entenderla».

«Cada momento es irrepetible, y el arte puede enseñarnos a saber fijar nuestra mirada, a interesarnos por lo importante»

-¿Qué le interesa comunicar con sus obras?

-Que vivimos en un universo variado y variable, y que nada ni nadie permanece estable. Cada momento es irrepetible, y el arte puede enseñarnos a saber fijar nuestra mirada, a interesarnos por lo importante; si miramos bien, siempre encontraremos signos valiosos que nos aportarán algo. Mis temas, generalmente se centran, o se detienen, en lugares de paso aparentemente intrascendentes, en espacios vacíos o vaciados que reclaman inmediatamente nuevos significados, nuevos usos. Es el potencial que encierra el vacío: el de una nueva oportunidad para ocuparlo, para utilizarlo. Me gusta fijar en ellos la mirada para invitar al espectador a que los ocupe y a que se ocupe de buscarles nuevos sentidos, nuevos enfoques y usos y, por lo tanto, una nueva actitud. Y, volviendo al tema de las ficciones, me interesa mucho que pueda crear las suyas propias. Por eso esta exposición en Verónicas se titula 'Entre la ficción y la realidad', porque la línea que separa una de la otra es muy sutil».

Emociones

-¿Qué importancia le da a las emociones y a la imaginación?

-Las emociones se nutren de los deseos: de nuestra naturaleza más irracional e incontrolable, que solo puede regularse mediante los hábitos. La imaginación parte, sorprendentemente, de una necesidad racional de sobrevivir; esa necesidad es su principal estímulo. Creando otros enfoques, otros mundos, podemos dotarnos de mejores recursos para salir adelante como especie y como individuos.

«Es el potencial que encierra el vacío: una nueva oportunidad para ocuparlo, para utilizarlo. Invito al espectador a que los ocupe»

-¿Cómo ha sido su relación con Verónicas?

-Me he sentido muy bien acogido; incluso con presupuestos muy limitados, propios de la situación económica que atraviesa el mundo en general, creo que hemos podido presentar una exposición muy digna que ha tenido mucho que ver con la intención de aprovechar un espacio tan particular.

-¿Qué es la belleza y dónde la encuentra usted?

-La belleza es una actitud, no es un objeto. El objeto puede, en todo caso, llegar a ser el resultado de su presencia, pero la belleza está por encima de lo objetual y, precisamente, ahí radica su misterio y su grandeza: en saber verla en cada momento y en cada lugar.

José Manuel Ballester, sobre el mundo de hoy, indica que, al observarlo, «veo muchas posibilidades reales de mejorarlo». Y, también, «que difícilmente éstas llegan a concretarse». Por lo tanto, se pregunta: «¿En qué medida puedo contribuir yo a que se puedan materializar?».

-¿Y qué se responde?

-Me respondo haciendo mi trabajo. Creo que el arte debe, y puede, aportar instrumentos que nos conduzcan a un mundo más sensato.

Cree asimismo Ballester que «sin ser ninguno igual a otro, y siendo cada uno distinto de los demás, todos tenemos derecho a, partiendo de unas pautas justas establecidas para todos, contar con el mayor número posible de oportunidades. Y no solo basta con escribirlas en un libro de leyes para luego no cumplirlas más que ocasionalmente. Las peores leyes son aquellas que no consiguen llevarse a cabo.

-¿A qué le ha enseñado la vida?

-A no dar nunca nada por terminado. Tanto en lo que concierne a mi relación con los demás, como a mi relación con la vida en sí, estoy siempre aprendiendo.

-¿A qué más?

-A no dejarme llevar por la resignación. Además, aunque tú eres el que tiene que decicir tu propio camino, siempre habrá otros que puedan acompañarte de alguna manera. El arte me ha enseñado, precisamente, a ver el mundo a través de un caleidoscopio. Es mejor tener dudas sobre qué camino escoger, e intentar resolverlas, que resignarte a una vida que no te gusta y que te frustra. Y nadie está libre, de una forma u otra, de las frustraciones.

Libres

- ¿Qué cualidad valora?

-La voluntad es uno de los tesoros de la condición humana, contamos con ella para abordar mejor los momentos difíciles. Ahora bien, somos libres de utilizar ese potencial o de ignorarlo.

-¿Por qué escoge para protagonizar sus obras espacios vacíos?

-Porque, de alguna manera, llenar significa terminar y consumar una acción, una circunstancia; y creo que, de alguna manera, a lo que yo me resisto es a morir, que es el destino que nos espera. Mi naturaleza se resiste a que llegue la muerte. Procuro aprender a aceptar que llegará ese momento, pero no antes de tiempo.

-¿Cómo defendernos de los canallas?

-Canallas podemos llegar a ser todos, es cuestión de práctica. Nadie nace siendo un canalla, luego la pregunta es qué circunstancias te han conducido a esa condición. Tal vez, como todo en la vida, comience con un pequeño gesto, con un detalle en principio insignificante que se va abriendo paso en tu existencia hasta que, con el tiempo, resulta ser determinante.

-Pintaba de maravilla, ¿por qué dejó de hacerlo?

-Nunca he dejado de hacerlo. Pintar es expresarse, principalmente con un pincel, con las manos o con la tecnología más reciente. Es lo que realmente me interesa: buscar los medios para expresar mi manera de ocupar un espacio y un tiempo en este mundo.

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