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Imagen antigua del palacio González Campuzano, antes de su restauración.
855 millones de pesetas en compra y reformas

855 millones de pesetas en compra y reformas

El céntrico palacio de González Campuzano inició otra historia a partir del 13 de agosto de 1997, cuando 'La Verdad' informaba que la Comunidad Autónoma había decidido trasladar la consejería de Cultura, que se ubicada en la Casa de Díaz Cassou, en calle Santa Teresa, a la plaza de Romea

P. S.

Viernes, 17 de junio 2016, 07:41

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Los gastó la Comunidad en el palacio de González Campuzano, «de un gran valor arquitectónico»

El céntrico palacio de González Campuzano inició otra historia a partir del 13 de agosto de 1997, cuando 'La Verdad' informaba que la Comunidad Autónoma había decidido trasladar la consejería de Cultura, que se ubicada en la Casa de Díaz Cassou, en calle Santa Teresa, a la plaza de Romea «concretamente, al edificio donde actualmente se encuentra la sede del Banco Hipotecario, un emblemático edificio, que vende Argentaria por un precio en torno a 700 millones de pesetas y por el que ya ha pujado la Dirección General de Patrimonio». Según afirmaba su director general, José Fernández, era la mejor solución para agrupar «en un solo centro las actuales dependencias de una Consejería diseminada en varios pisos del Edifico Galerías, en la Gran Vía. El precio de compra será sufragado, al menos en una tercera parte, con la venta de los 2.800 metros cuadrados de los que es propietaria la Comunidad, y donde, además de Cultura, se encuentra Juventud y Deportes, dos departamentos ya desligados de la Consejería, que dirige Cristina Gutiérrez-Cortines, y adscritos a la Consejería de Presidencia». La sede del Hipotecario, que, al parecer, contaba con varios 'novios', ofrecía 3.000 metros cuadrados, y Patrimonio era, entre los distintos postores, el que tenía mayor opción de compra.

El director general de Patrimonio se mostraba «muy ilusionado» con esta operación, ya que el edificio disponía de «unas instalaciones que se ajustan a las necesidades de la Consejería, y cuya disposición, que responde al carácter jerárquico de un banco, no supondría gasto alguno», excepto el invertido en la compra. Para el director general, esta operación se encontraba dentro del Plan de Edificios Administrativos, que se trazó al inicio de la legislatura, porque el objetivo de Patrimonio «no solo es la concentración de los edificios administrativos, sino el ahorro que supondrá el hecho de que la Administración regional pase, en dos años, de estar dividida en 25 o 30 oficinas separadas, a estar ubicada en ocho o nueve edificios. Además, aseguró, «la concentración de los servicios administrativos autonómicos estará completada al final de la presente legislatura».

El edificio fue adquirido por la Comunidad y, pese a que se había informado que no se invertiría más dinero que el que supusiera la compra, lo cierto es que se «procedió a su reforma y adaptación a nueva sede de la Consejería de Turismo y Cultura», para lo que hubo que pedir los permisos correspondientes. Así, un escrito, firmado por Antonio J. Díaz Ortín, solicitaba un informe, a la mayor brevedad posible, sobre la posibilidad de «realizar variaciones en la carpintería exterior de la fachada principal, que consistían en la sustitución de elementos de madera por acristalamiento, atendiendo al grado de protección de la fachada». La respuesta de la Dirección General de Cultura, con fecha 6 de febrero del 2000, manifestaba que sobre las variaciones de carpintería exterior de la fachada principal del palacio, habría de tenerse en cuenta que, en obras de conservación, deberán respetarse íntegramente todas las características del edificio, «no permitiéndose la alteración o sustitución de cualquiera de los elementos estructurales o de diseño»; también debía conservarse la decoración procedente de etapas anteriores, mantenerse siempre el aspecto exterior del edificio y la fachada, conservando su composición y adecuándose a sus contenidos originarios.

En el folleto editado, cuando el palacio se convirtió en sede de la Consejería de Cultura y Turismo, se lo calificaba como «de un gran valor arquitectónico», y se recordaba el deficiente estado que manifestaba en 1982. En el citado folleto se añadía que el edificio, de estilo barroco-neoclásico de los siglos XVIII-XIX estuvo compuesto, originariamente, por «cuatro cuerpos o crujías estructurales con un patio interior de luces y un patinillo lateral, con fachada principal de muro de ladrillo típico del barroco murciano, estucado y pintado».

Con la reforma, antes de ser ocupado por Cultura, se pretendía «dar respuesta a las necesidad de flexibilidad y adaptabilidad a cualquier nueva necesidad de una Administración moderna y eficaz, con el respeto a sus valores arquitectónicos e históricos y a los condicionantes urbanísticos de su situación». Y se resaltaba «el completo equipamiento de instalaciones, para su eficaz funcionamiento, el aprovechamiento de la considerable altura entre la planta baja y la entreplanta existente, para proyectar una nueva entreplanta que, con parada intermedia de los ascensores y rampa para minusválidos, y aseos para los mismos, contribuye a eliminar barreras, aumentando asimismo la superficie útil».

Conclusión: Se recuperaba para la función pública «un edificio de un gran valor arquitectónico». Las obras de adaptación -que, según se había dicho, no serían necesarias- alcanzó la suma de 154.902.440 pesetas.

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